Vanessa me habla de sus zampes
y yo le digo que los casos perdidos y su locura
se archivan en el mismo cajón de los descuidos...
Vanessa me habla de venganza,
de varicelas,de Venecias, del Vasa...
bastaría con mirarla y saber que su inocencia no se ha ido
sino que se escapó en su reloj de media tarde...
una vuelta de visita, un velorio a la tristeza...
hemos matado hasta la última duda de cansancio
para apoderarnos de la belleza...
aventura, descuido, certeza...
plutôt imaginer la folie qu'est quand même
Vanessa
Nadie nos explicó...Nadie nos explicó con qué sombra despertar.
Y yo, papel de soledades y rima ausente
levanto la sombra de mi mano
y te lleno de dos o tres recuerdos este espacio azul.
Quizá el tiempo jugó a desesperarnos,
a poblarnos de miedos y libertades,
quizá nuestras ideas no sean más que una península apartada
donde el mar de las distancias desgaste nuestras costas en su oleaje.
Nadie nos enseñó a vivir,
pero siempre le dejamos un espacio a ese nadie que nos aguarda;
quizá otra dirección, otro viento, otra parada donde amonestarnos con sonrisas.
Las islas griegas, París y sus desvaríos de fracaso,
dos siluetas en la hoguera de las tardes
y el archipiélago celeste en donde brotamos abrazos de intermitencia.
De compartir hablamos.
Antes de llamarte amiga te llamo hermana,
como llamo luz a quien te envuelve entre los días.
Tu belleza, tu sangre de paz y de revueltas,
perfil irregular e inquieto como la espuma de la esperanza
que escurre rítmica cuando estallo entre tus versos.
Un norte y cien noches sin descanso ni silencio,
capitales perdidas y países devorados,
acordes de recuerdos, banderas, facturas,
nacionalidades y nombres pronunciados.
Nadie nos enseñó a vivir
y no hay tumbas para el que renace en las mañanas.
Nadie nos abriga, nadie nos reclama,
nadie detendrá la latencia perpetua de nuestra amistad, hermana.
Les dejo, entre broma y casualidad...
dos poemas a mi hermana sanguínea
si me siento nacionalizada...
Vanessa Dos Santos Di Mattía.
Porque aquí uno crea y escoge la familia...
Abrazos a mi preciosa Catira.