Hablando de la sencillez, de lo pesado que es cargar a mi perro en apuros, del tedio que causa el no abrazarte cuando es necesario, de los proyectos.
Amanecí despierta, mirando el sol, con el sueño poco comprensivo y el corazón empapado de recuerdos.
Cuando se espera, cuando se presiente, cuando se resume y se alberga esa sensación de descanso... Hoy apresuré mi dolor, sin comprender hasta este instante cual era el motivo predilecto, la razón exacta que explicase por qué la garganta se nos secó pronunciando un beso...
Así se nos fue, hoy, mientras tú y yo vivíamos nuestros atrasos y cuestionamientos, se nos fue Mario Benedetti.
Donde sea que estés, Maestro... Donde sea que te volvamos a ver.
Paz y versos en la tumba de quien siempre será uno de los más tiernos crujidos sudamericanos en medio de tanto estruendo...
2 comentarios:
El sur tambien existe y seguira existiendo en los versos eternos de Mario. Bello homenaje.
Un Saludo.
Nos llevamos, un trago amargo en esta ocasión.
Nos traspasa el silencio, nos humillan las voces que no trascienden el eco. Toda voluntad sea expuesta alrededor del hecho y más aun, no descansar hasta sentirse aliviado.
Vaya que esta perdida, costará más que lágrimas a la literatura.
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