Al final, todas las cosas caen por su propio peso... en mi caso, el peso de su naturaleza.
Sigo llevando la vida médica de la que tanto me he quejado siempre, sigo estando lejos de lo que amo, incluso de mis propios recuerdos.
Intenté ser mejor persona, entregarme de verdad a esta profesión, esforzarme diariamente por mis pacientes más que por otros motivos... y sin embargo, la gente sigue siendo igual en todas partes.
Nadie estará ahí para agradecerte las malas noches, las ojeras, los calambres, el hambre... nadie te agradece el buen trabajo y todos se esmeran en que tropieces para recordarte, todos los días a partir de ese, tus errores.
Por otro lado, las relaciones humanas son complejas y yo soy la pieza que descompone todo lo que puede. Tras sentir que había superado mi pasado respecto a ello, tras pensar que podía suprimir los instintos y comprometerme... a un año de creerme esa historia hoy me doy cuenta de que también es otro más de mis errores.
La naturaleza de las cosas es el peso que delata... y mi naturaleza, mi esencia, no se pudo apagar ni ir.
Gracias a la vida cada uno de estos pedazos de mi cotidiano sirven para alimentar mi pasión, cada aventura, cada hombre, cada sueño deshecho... Y así, seguimos aumentando ese libro que algún día publicaré... "CONFESIONES DE MI COMPULSIÓN"...
Por lo pronto, el capítulo que hablaría de estos días dice así:
"No era yo. Era mi tristeza, mi necesidad de llanto. Por eso amarlo me era imposible cuando decidí volver a tomar antidepresivos"
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