SEVILLA
Ese fue mi segundo encuentro con los naranjos andaluces. Y es que llegar a una ciudad que parece invernadero no tiene comparación.
Recuerdo perfectamente que el taxi nos llevó al hotel y en el camino yo creí estar alucinando. Sabía de la tradición, de ese dato especial de la urbe, pero no imaginé que fuera así.
Desde luego, pueden justificar todo sabiendo de mi cansancio... El clima intimidante, recorrer las ciudades a pie, cargar mi mochila a todo lado y comer dos veces al día... Sí, me gusta tratarme mal en los viajes...
En fin, regresando a Sevilla...
Desde la Giralda, los alcázares, la Catedral y la Plaza España... desde todo sitio puedo afirmar que me sentí como una turista completa. No pude sentirme sino marginada por la ciudad, por su historia, por todo... Y eso que pasé varios días allí.
La conexión que suelo tener con ciertos rincones del mundo es bastante especial y sucede con relativa frecuencia. Sin embargo, no sé por qué, con esta ciudad todo fue muy ajeno.
Pese a que no tuve un llamado de la tierra (jajaja) lo cierto es que no puedo dejar de comentar sobre lo admirable que es la ciudad.
Lo primero: La Giralda. Sí, lo confieso, hasta antes de llegar a Sevilla en mi vida había leído algo sobre la ciudad. Así que tuve que culturizarme en modo flash. Resultó ser un campanario, mitad almohade, mitad renacentista. Como es de esperarse, en sus tiempos sirvió para el llamado musulmán a la oración y para los católicos la misma historia. Por su altura, fue usada como atalaya, como reloj, como veleta y como pararrayos...
La catedral pues es una obra maestra gótica, enorme como solo ella puede y, desde luego, fue construida sobre bases de mezquita. Eso, por ejemplo, es lo que me enfada un poco de la raa humana... siempre edificando sobre el pasado... en lugar de edificar a un lado! jajaja
Lo segundo: La Plaza España.
Bien, aquí sí que nos dimos gusto con mi hermano en sacar fotografías y reírnos un poco. Pues, como bien dice el nombre, se trata de una plaza, semicircular, enorme, impresionante... Con canales de agua, con puentes, con un espacio dedicado a cada provincia española. Allí, en cada espacio, se ha adornado con azulejos y bancas y es posible observar momentos históricos y mapas sobre la provincia...
Creo que dejaré las fotografías en lugar de hablar mucho sobre ellas... y, para los que pregunten el por qué fue JAÉN la provincia que escogí, tengo una buena respuesta: Santi Rodríguez y sus mochuelos.
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