viernes, diciembre 14, 2012

Va por ustedes, por todos!

Los finales de los que no hablamos

Hace casi seis años, un día de agosto, empecé la carrera de Medicina en la Universidad Católica de mi ciudad.
No recuerdo nada demasiado claro de aquel día y es precisamente por esa razón que imagino que tampoco debería hacer demasiado énfasis hoy... Quizá estaba allí, yo, llena de emociones y de fuerza, de ganas y planes... Sintiendo que el mundo era un sitio seguro, que mi vida había avanzado de formas adecuadas, que había crecido y que tenía a mi alrededor todo un universo de probabilidades y oportunidades que debían ser vividas.
Quizá caminé un trayecto como el de hoy, quizá olvidé mirar detenidamente el cielo, quizá olvidé disfrutar del paisaje, del sonido ajetreado de Quito, de mí.

Seguramente llegué temprano, como hoy. Seguramente vestía un jean y una camiseta negra... como hoy. Quizá estaba recogida el cabello, maquillada exactamente igual a cómo lo he venido haciendo desde hace más de 6 años.
En aquel entonces, yo no era del todo feliz pero me sentía de un modo muy similar.
Los problemas que iba a afrontar al chocar mi realidad post-Europa con mi realidad sentimental-familiar... lo inesperado de las profecías, el desequilibrio disfrazado.


La primera persona de entre mis compañeros con la que hablé en esa facultad, no la recuerdo. Fue una chica, en el ascensor, que también empezaba la carrera... No supe jamás su nombre y, en realidad, creo que después de aquel semestre jamás la volví a ver.
El segundo personaje con que me topé en la facultad fue (y es todavía) un de los tipos más geniales y leales de este mundo.
Aquel lunes hablé con él en un aula de clases... y hoy, tras tanto, me vi comiendo con él en un centro comercial del sur de esta ciudad.

Las cosas sucedieron como se supone que suceden cuando son reales, de modos caóticos a veces, de formas inesperadas, maravillosas la mayor parte del tiempo... Conocí gente que es invaluable, tuve el apoyo de muchísimas personas, los abrazos de todos ellos... quizá el tiempo, la misma carrera, nuestras experiencias nos distanciaron, pero yo guardo muy en lo profundo, si no los nombres, al menos la sensación de bienestar que compartí con cada uno.


Habrá sido el segundo semestre cuando conocí a Martina y a Michelle. Y no sé cómo se forjó la amistad ni cuando las llegué a querer tanto, desconozco por completo cuándo fue que pasaron a ser mi familia, cuándo es que se volvieron tan importantes... Pero les agradezco abiertamente por los millones de instantes que hemos vivido.

Mi relación de aquel entonces, una de las relaciones amorosas más hermosas que he tenido, supo estar a mi lado durante prácticamente todo ese tiempo de medicina, de libros, de malas noches, del semestre perdido, del quiero-morirme-o-abandonarlo-todo... Xavier fue la razón por la cual conseguí avanzar con convicción, con fuerza de sus manos, con su apoyo incondicional... todo el amor que nos tuvimos, todo el amor que nos entregamos. Sé que quizá él ya nunca lea esto, pero desde lo más sincero que tengo, solo alcanzo a agradecerle hoy por todo. Sin él, definitivamente estos años me habrían parecido una tortura, una soledad a plazos de suicidio...

Sara, la hermosa, la mujer más importante de mi vida, también me brindó desde Baires todo lo que siempre necesité... Ella fue mi soporte y mi sustento, mi único aliento cuando todo parecía un infierno... Ella fue quien me ha dado ánimos de la forma más intensa, de la forma más constante a lo largo de un decenio de mi vida. Y ahí, cuando empezó toda esta historia, ahí la tenía a ella a kilómetros de suspiros y de distancia... Hoy, la tengo en mi ciudad... Y a veces, casi siempre, la tengo en mi cabeza y en mi corazón. Su perfume está en el aire y en la paz que respiro cuando pienso dos veces antes de explotar... Mi Gaviota...

Y Vanessa, mi Catira... la hermana que me conseguí en territorio europeo y que nunca ha salido de mi vida pese a los silencios. Ella también estaba conmigo aquel primer día de clases, desde su natal Venezuela, pero estaba conmigo, recordándome que ya nunca más iba a sentirme desencajada en este pedazo de mundo...

Andrés, mi flaco del cabello loco, se convirtió en mi amigo-esposo un día en Bélgica... y desde entonces, es el único hombre al que puedo llamar "amor" a gritos, sin haber tenido jamás nada carnal, nada que no fuese una amistad irracionalmente bella. 

Juan Sebastián, mi "gato"... es otro de los personajes que un día, en la cafetería, rondando el segundo año de medicina, me cautivó con su forma de ser tan desbaratada y sincera... y desde entonces, con el par de besos y la amistad bien sentida, es el único hombre con el que me hubiese acostado en épocas de lujuria, sin sexo, sin "hacerelamor" sino con amistad... Nunca sucedió pero sé que en el hipotético caso de que hubiere ocurrido habría sido como un abrazo con menos ropa.  

Muchas cosas han cambiado desde aquel primer día de clases... hoy estoy cansada, aburrida, fastidiada. Ya no tengo ánimos sino prisa, mi ropa es dos tallas más grande y ahora uso lentes para corregir mi astigmatismo y mi miopía generados con el tiempo y la lectura.
Mucha gente vino y se fue de mi lado, a muchos olvidé y muchos me olvidaron... 
Pero aún así, con los giros del mundo, hoy día que salgo de esa Facultad cargando el fin de una era, agradezco a todos por todo lo que hicieron o dejaron de hacer en su paso por mi historia.

No soy una persona precisamente estable, ni soy el mejor modelo a seguir de nada... me caracterizo por tener un humor inciso, una actitud cabreada y una extraña forma de hacer el ridículo a conciencia todos los días... Pero hoy, hoy que debería sentir que celebro algo, lo único cierto es que tras todo el sabor a fracaso que tengo encima, sé que he logrado algo conmigo misma... y mucho se lo debo a esa gente que está, que estuvo, que algún día fue mi todo, que me odia, que me quiere, que me ha olvidado.

Hoy salgo de esa facultad de medicina, de incomprensiones, de desesperación, de inestabilidad de sueño, de horarios inhumanos... hoy salgo de ese lugar que me atrapó y me robó la vida, que acabó con la mitad de lo que pude ser... hoy salgo, no sé si más arrepentida que orgullosa... pero salgo al fin y al cabo... Casi ya siendo Médica... casi ya con un título de que puedo ser útil para algo que incluya urgencia.
Hoy salgo, salí, caminando despacio como el primer día, pensando en cosas que probablemente no voy a recordar jamás...

Salí sola, como el primer día que entré... sola conmigo, con Sara, con Andrés, con Vanessa... sola con Martina y Michelle y Monsermín... Sola con Ramadán y Terán, con los recuerdos, sola y con cefalea frontal, sola y con apuro de no tener prisa, sola y cargada de la misma nostalgia, de la misma incongruencia bipolar... Sola y con Saavedra que siempre ha sido mi fantasma de alegrías y cordura, sola y recitando un Pérez Vallejo como hace años...

Salí, diciendo adiós bajito en cada aula, en cada piso... salí agradeciendo lo que no puede agradecerse.

Hoy se terminó mi pregrado de Medicina. Me espera todavía demasiado por cumplir, demasiado por arrepentirme.


Se terminó y estoy de nuevo aquí, frente a la pantalla de un computador, comiéndome las horas y el desamor. Estoy aquí, con la confianza puesta en los que confío y con la desconfianza puesta en todo el resto... Estoy aquí, haciendo ilusiones y maletas, sonriendo por el pasado que perdí y por este futuro de mierda que no me tiene nada listo... por este presente que sigue dejándome al margen de las cosas importantes...

Pero se terminó, joder... Y creo que valía la pena botar este mal trago en este sitio que ha sido mi guarida... que seguirá siéndolo...

Oficialmente Interna Rotativa
Oficialmente libre de todo mal
Oficialmente Belén y absolutamente Jaramillo Robayo
Oficialmente convencida que me equivoco demasiado en el amor.
Oficialmente segura que necesito vacaciones de todo.
Oficialmente agradecida con ustedes, con todos.
Bipolar, como es costumbre.
Yo.