viernes, julio 28, 2017

Cuando todo cambia...

No era un día de guardia. Era un sábado como cualquier otro sábado.
Yo lo despedí con el beso de todas las mañanas, haciéndole prometer que volvería.
Me quedé en cama hasta tarde, descansando de la vida médica y de las locuras farmacológicas terapéuticas...
Hice el almuerzo, comimos juntos. Mi plan de la tarde era la siesta y esperar que fuese la hora de preparar la cena.
Era un sábado como cualquier otro sábado. Un sábado de inicios de verano, él trabajando, yo procurándome una escapada del cotidiano de hospitales.

Y le escribí el mensaje de las tardes, ese que decía a diario que la cena estaba lista... y él no respondió.

Media hora más tarde recibí la llamada que no quieres recibir nunca en tu vida, la del hospital, la del sitio donde trabajas, la de Urgències.

Aquel sábado nos cambió la vida. Y no era un día de guardia ni un sábado que merecía recuerdos.

A partir de entonces estuvimos casi un mes viviendo puertas adentro de hospitales, entre cirugías y malas noches, entre buenas noticias y radiografías y tomografías; entre pastillas y vías centrales, enfermería, médicos, islas.

No llegó a cumplir un mes, le faltaron dos días para cumplir el mes calendario de ingreso. Le dieron el pase a casa y desde entonces vemos cómo progresa, cómo avanza.
El accidente pudo ser fatal. De hecho, pocos entendemos cómo es que, a pesar de todo, las lesiones se resumen a huesos. Pudo perder el brazo derecho, comentaba ayer el traumatólogo. Debió perder la vida, comentaban los de la ambulancia que lo atendieron al ver los restos del accidente.

Lo cierto es que no perdió nada y, como cuando te encuentras al amor de tu vida, hemos ganado muchísimo más de lo que cualquiera podría imaginar.




No sabía que podíamos ser tan fuertes ni tan unidos. No sabía que íbamos a salir de todo esto con tan buen humor, con tantas ganas. Aquel día nos cambiaron los planes, los esquemas, las prioridades.
Pero nos dieron una certeza que más o menos se intuía al vernos:

SOMOS. Porque así lo decidimos y porque así es como sucede cuando encuentras a esa persona que se convierte en la familia que deseas tener.



R2

Se ha terminado el primer año de este campamento de cuatro a realizar. Tres quedan, tres y sigo sin hallar el sentido completo a todo lo que hago.
Sigo siendo médico a medio tiempo, con esa carga de temores, de recelo, que parece que nunca desaparecen.
La otra mitad del tiempo soy lo que me queda de energía.

Sigo sin hallar el sitio preciso o las razones que de verdad me empujen a seguir en el proceso.

Pero parece que esto es lo habitual...

En fin.

Bienvenida la primavera, el verano, los desastres.
Bienvenidos todos al intermedio de mis asuntos y mis desconciertos. Que poco queda ya para poder alzar de nuevo el vuelo, con las intenciones absolutas de seguir buscando otro sitio donde poder de nuevo, con él, con mi familia, recomenzar...