jueves, agosto 24, 2006

ja, me resulta interesante esto...

ACLARACIONES
Fernando Delgadillo

Tú a mí me gustas
y podría ser tonto
o demasiado pronto
para platicar,
pero podría ocurrir
que si me callo
se termine Mayo y
aún no empiece a hablar
así que aquí no me detengo
en mas explicaciones
sobre las cuestiones
que debo aclarar
y quiero ver
que pasa con nosotros
que es lo que sientes
con respecto a mí,
que me dirías sí aquí
te pongo un beso
y aburrido de eso
te pongo otros mil.
A ver,que me dirías si salgo
con el viejo cuento
de que lo que siento
nunca lo sentí,
que le dirías
a este despreocupado
si anda interesado
en sentirse feliz.
A ver, a ver,vamos a ver
y dime seriamente
si lo que se siente en mi
también se siente en ti,
y aclaro, antes que nada,
que te adoro
que lo hago
desde que te conocí
y que pretendo ser correspondido
si no en este instante
puede que delante
me confirmes todo
lo que de algún modo
podría resolverse
aclarando que sí.
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Bueno, la historia e incluso el mes que menciona... ja, esa determinación me suena un poco reconocible... interesante encontrarme con que mi vida, a tajitos, ya fue escrita para mi calma.
Gracias a la música que se adelante años a eso que siempre pasa...

Belén, Belén y solo Belén locamente...
"te educan pa' que vivas resistiendo..."

El tiempo...(foto: Vitral de la Basílica, Quito... tomada por mí hoy)

"El tiempo está a favor de los pequeños..."
Hoy dormí en un pecho, lloré en un hombro y caminé hasta lo más alto que tres personas pueden llegar, juntas en un mismo día.
Me parece que el tiempo se ha apresurado más de lo que acostumbra, y aunque ganemos segundos de vida por aquellas alteraciones interestelares... yo sigo conforme con todo lo que construí.
Aquí no dejo la intención de seguir adelante con todo, sino la certeza y la prueba de que se puede burlar distancias y espacios, que se puede viajar por satélite, que la teletransportación existe... que los corazones siempre están abiertos a nuevas situaciones.
Mis palabras favoritas de la temporada: circunstancia y situación.
En fin, el caso es que me restan menos de 48 horas en mi país... ahora es momento de volver a empezar, de llevar cuentas nuevas y de cerrar los ojos para poder dar un nuevo paso que seguramente será de provecho.
A ver si aprendo a aprender en lugar de cuestionarme el porqué no aprendí a no hacerlo...
No hay tiempo ni para arrepentimientos... peor todavía para despedidas...

He dicho lo que amargamente soy capaz de decir... de cualquier modo.

Belén de toda caótica locura... jeje, viva yo

martes, agosto 22, 2006

Y quién diría (foto: pintura de Juan Humaran "Camisa al sol")


Y QUIÉN ME DIRÍA...
Xavier Villavicencio
y quién me diría que aprendí a colgar el saco en el armador
y dejar las penas en la ventana del transporte público
y quizás ya obvié que la realidad existía en mi mundo presuntuoso
y dejar que los recuerdos desaparezcan al pasar de las canciones
y que a la soledad le cambie de nombre como de traje
y que le coloque el tuyo porque ambos son mi conjunto.

domingo, agosto 20, 2006

¿Qué somos?


¿Quiénes resultamos ser al final de todo?
No, no me debato filosóficamente sino todo lo contrario... se me ha ocurrido pensar que somos algo... he dejado a un lado mi simpleza y mi manía de responder "todo y nada"...aunque suena agradable, creo que es momento de redescubrir lo que somos... Porque no somos todo y tampoco somos nada... eso determinaría que fuésemos infinitos y pienso concretamente que no es posible tal cosa.
La infinidad, así como la entiendo, puede ser parte de lo que hemos creado y a su vez seríamos creación de algo... aún así, si hablásemos de sentimientos, de pensamientos, de experiencias... creo que todo alcanza un determinado punto 0 en el que choca lo existente... por tanto, el concepto de infinidad es simplemente aquello que no existe y no alcanzamos a entender porque nuestra capacidad es finita...
No aceptamos no entender... no nos enseñaron a no entender... nos enseñaron a tratar de comprenderlo "todo" y hacer de "todo" para vivir...
¿Y qué es vivir?
Es ese conjunto del "todo" que somos cada uno... que en ese punto 0 nos unimos entre "todos" y somos la sociedad existente... solo que la magnitud de tantos "todos" es una cifra indeterminada matemáticamente...cifra que por cierto, como no alcanzamos a comprender, denominamos "infinita"...

Jeje... entreteniéndome con el tiempo hasta cargar música en la máquina...
(por cierto, la foto somos Day y Yo)
Belén de las breves ruedas y el asiento oxidado

viernes, agosto 18, 2006

A estas horas...

"...te dices fuerte e independiente y a veces me pareces débil en mis manos como un ligero copo de nieve que se deshace...
Sé que no podría estar sin ti"

Ismael Serrano, Con una pena de muerte

Desde luego, no podría... la foto: mi mano estampada contra la nieve del Cotopaxi un 30 de julio... Inclemente el clima, pero las horas seguirán para los vivos...

Belén de las trincheras y los desastres...

Cosas de los días...

En algún momento la piel deja de ser lo que es y se desmaterializa.
El contacto sincero de dos pechos, un abrazo, una caricia, una sonrisa, un beso... ¿cómo se resume el amor?

Me pregunto cosas que no tienen signos de interrogación y por ello creo que divago tan tranquila en medio de todo el oleaje de destino que me depara la misma vida.
Cada día se avecina la nueva experiencia que tanto busqué... y cada día descubro cuán graciosos son los enredos de dos personas que a duras penas se han visto dos o tres veces.
¿Cómo es que dos seres pueden cometer los mismo errores? Y lo peor del caso ¿cómo hacerlo afectándose mutuamente?
Lo siento, ayer estuvé en la obra de teatro "ÉL ELLA Y ESE PERRO"... realmente la obra tuvo un trasfondo sicológico a nivel de las parejas, que mi hizo reflexionar... y reír desde luego.
A veces siento que tengo demasiada cabeza y poco sentimiento... o solo me escudo de sentir para evitar el drama de dolor que armo luego... ¿?
En fin, el día de hoy tuvo escenas muy "terribles" para bien de unos y gozo absoluto del MUNDO...(alguien sabrá entenderme eso...)

El contacto sincero de dos pechos, un abrazo, una caricia, una sonrisa, un beso... ¿cómo se resume el amor?

lunes, agosto 14, 2006

Haiku y su imagen



Ese es mi gato, mi precioso compañero de las tardes de sueño y pereza...

La imagen y el haiku son dos cosas que agradezco...

Como siempre,

Belén de todas las voces que me llaman

jueves, agosto 10, 2006

El nuevo himno que tengo...

RESUMEN DE NOTICIAS
Silvio Rodríguez
He estado al alcance de todos los bolsillos
porque no cuesta nada mirarse para adentro.
He estado al alcance de todas la manos
que han querido tocar mi mano amigamente.
Pero, pobre de mi, no he estado con los presos
de su propia cabeza acomodada,
no he estado en los que ríen con solo media risa,
los delimitadores de las primaveras.
No he estado en los archivos ni en las papelerías
y se me archiva en copias y no en originales.
No he estado en los mercados grandes de la palabra,
pero he dicho lo mío a tiempo y sonriente.
No he estado enumerando las manchas en el sol
pues sé que en una sola mancha cabe el mundo.
He procurado ser un gran mortificado
para, si mortifico, no vayan a acusarme.
Aunque se dice que me sobran enemigos,
todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto.
Yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado.
He preferido el polvo así, sencillamente,
pues la palabra amor aún me suena hueco.
He preferido un golpe así, de vez en cuando,
porque la inmunidad me carcome los huesos.
Agradezco la participación de todos
los que colaboraron en esta melodía.
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento.
Si alguien que me escucha se viera retratado,
sépase que se hace con ese destino.
Cualquier reclamación que sea sin membrete.
Buenas noches, amigos y enemigos.

miércoles, agosto 09, 2006

Hoy no más pasaba...


¡Cómo les va! Aquí yo, recordándome santita... jeje, la foto es una cosa bien loca y especial ¿no?... Pocas veces se me ve con esas trazas... no pregunten de hace cuanto es, porque les diré que es media reciente.
De las cosas generales... la poesía duerme bien bajo el abrigo de mis sábanas, los libros son indispensables e innecesarios (ahora sí contradigo)... las noches son de luna, el gato es lo mismo de siempre...
Mis manos... destrozadas y resecas, mi espalda está bronceada (¡¡pero no el resto del cuerpo!!)...
Mi viaje, mis sueños, mi futuro y mi presente... todo está en orden, absoluta calma y perfecto desenvolvimiento.
Noticias locales... hay una nueva araña trepando la pared... y esta tarde me han ofrecido parecerá noche... la compañía es buena, no lo duden...
Ayer fue un gran día, un día divertido y de guitarreada... por fin encuentro un guitarrista demente... Silvio, tú eres elegante; Manu, vos sos mi bro... Ska, has crecido muchísimo en estos tiempos... y me enorgullece ver la magnitud de tu talento, la dedicación que le pones y lo feliz que te hace esto... confía en que te apoyo... A vos y los King Crimson... jeje. Gracias por re-compartir la tarde de ayer... Mi hermano, mi sister... jeje, un abrazo para ti.
Del resto de novedades, les puedo solo afirmar que la vida es vida... y apesar de lo que digan muchos soy feliz y he vivido.

martes, agosto 08, 2006

Recuerdos, poema múltiple

RECUERDOS
por Borrego Plomito y Lobita Rayada
Como dos niños que mascullan sus nombres
así entre cada beso vamos dejando
la constancia de deletrearnos.
Como dos niños que desconocen lo que hacen
y se endulzan el oído con palabras de miel,
que giran entre sus brazos rápidamente
mientras el sol hace su apagón diario.

Como dos niños, afirmamos todo
con un abrazo, una sonrisa.
El pensamiento del viento nos apura
las caricias.
Como dos niños en un sitio conocido
hallándose las razones de permanecer
estáticos al presente, obviando el futuro
se preguntan si nos queremos a la continuidad.

Como dos niños, con la inocencia descalza
y la boca de flores
así nos sorprende el tiempo:
clavándonos miradas
jugando a ser los recuerdos,
la mano del verano, el corazón en cero.

Así transcurren los días
de juegos, de relatos, de miedos.
Como dos niños, en el borde de sus casas
paseando por el jardín eterno;
antes de caer la tarde
habrá que despedir al temor de lejos.
Como dos niños en abrumadora dulzura,
se ocultan tras los arbustos de piedra
con sus ilusiones frente a ventanas
agradecen al destino sencillo encuentro.
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Claro que sí, no podía olvidar este poema que al fin hemos podido terminar... hacían falta los versos de mi compañero...
Es una linda escena esa que imaginamos... como dos niños... pero es más lindo aún vernos... reflejados en algún vidrio, algún espejo... Vernos transitar Quito de la mano...
¡Despertamos envidia! Jeje
Aquí, la torpe belén que no merece mayúsculas esta noche... ¡por yashca y mushpa!

lunes, agosto 07, 2006

La foto.. ah sí ¿la foto?


Bueno, hay momentos de color y otros en blanco y negro... la foto... ¿la foto? Sí, expresa bastante bien el cómo me sentía hasta hace... unos cuatro meses.
Primero, la foto está bien actuada... si me conocen y analizan bien esto, tengo mi mirada de "espera y listo".
Lo interesante de la situación es que se terminó... y como decía hace un rato... no extraño el colegio sino a la gente y el tiempo que tenía para ver a cada uno de ellos...
No extraño a quienes se fueron sino a quienes dejé ir... y me lamento tremendamente el hecho de haber conservado a quienes no se lo merecían...
Respuesta: actuar con menos corazón ¿?
No creo...
Simplemente pienso que la intención del blanco y del negro es hacer que valoremos aquellas otras mil cosas que se ocultan con la lente...
Sí, hay un mundo entero allá... sonrisas, abrazos y saludos.

Reconciliada con el color...

Belen-Nin... jaja, mentira...
Yo...

domingo, agosto 06, 2006

Un poco de poesía... de Juan Gelman

LA ECONOMÍA ES UNA CIENCIA
Juan Gelman

En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mí país
los países que crecían entre tu alma y mi alma
de repente duraban un instante y antes de irse
o desaparecer dejaban caer sábanas
llenas de nuestros sexos
que salían volando alrededor como perdices.
¿Quiere decir que cada vez que hicimos el amor
dejábamos nuestros sexos allí,
y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas?
Qué raro, mirá que lavábamos las sábanas
con subordinación y valor
para que los jugos de la noche pasada
no inauguraran el pasado
y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros
para ordenarnos el hoy
porque el alma amorosa es desordenada y perfecta
tiene mucha limpieza y lindura
se necesita todo un Dios para encerrarla
como le pasó a Don Francisco
que así pudo cruzar el agua fría de la muerte.
Es bien raro eso de nuestros sexos volando
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia
y dulzura y valor
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos
como amor encendiendo otro amor,
o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos
como maripositas encandiladas por el fuego
y se querían morir de nuevo
buscando incesantemente la libertad
y había un país entre la vida y la muerte
donde todo era consolación y hermosura
y no poseíamos nuestro corazón
y nuestros sexos se perdían como almas en la noche
y nunca más los volvíamos a ver para entender
estudio los índices de la tasa de inversión bruta
los índices de la productividad marginal de las inversiones
los índices de crecimiento del producto amoroso
otros índices que es aburrido hablar aquí
y no entiendo nada.
La economía es bien curiosa
al pequeño ahorrista del alma lo engañan en wall street
los sueldos de la ternura son bajos
subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor,
el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes,
eso no le da dicha ni desdicha
en medio de las razones
las redenciones
las resurrecciones.
Se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes
estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo
mejor dicho
de más allá todavía
de todo lo que valías
o brillabas
o eras
y dabas como jugos de la noche.

Días y Flores...(Foto: flor del manzano)


Días y flores... por desgracia son mis favoritos. En algún momento he pensado que la única manera de escapar de este castillo en el que vivo es con ayuda extra-oficial de más de un medicamento...
Sí, latente está muchas veces esa impresión de encierro y la tentativa del suicidio... pero ¡qué rayos! ¿A quién no le pasa eso por la cabeza?
No, en cuestiones de suerte y seriedad, admito que soy demasiado orgullosa como para que un estado de enojo me gane... y con bastante facilidad puedo hacer de mí la sordera y la ceguera...
Es increíble el sentir que la vida pasa, que te cruzas el día con quien más amas, que te despierta la música, que desayunas y todo es calma... ¡ay! pero maldita la asfixia de oír gritos, de ser insultado en tu propia casa... por tu propia "familia"...
¿Terror?... No, más bien ya es costumbre la histeria con la que convivo...
Sin embargo, gracias a la vida, tengo a quien amar y siendo honesta, también me siento amada...
La familia no se escoge... pero los amigos son la única familia que tengo. Así que refuto la frase y me echo de nuevo a enfrentar, con galeones y banderas, a este cotidiano absurdo de quedarme aquí.

Ya saben, nunca ayudo en nada...

Belén contenta por lo que tiene, ansiosa por dejar esto... y feliz de saber que volveré.
Por ustedes, mi FAMILIA NO SANGUÍNEA... y alguno que otro primo....

Yo desde siempre

sábado, agosto 05, 2006

Recordando a ratos... (la foto tomada por Day: yo)

Aquel día... todavía usaba yo el uniforme del colegio... y nos detuvimos, las Piruvato, a tomar un café en el Sibari (ex Cafélibro) con el pretexto de esperar y de esperar...
Aquella tarde, tuvimos un almuerzo extraño, y comimos reunidas en una acera frente a la parte posterior de la universidad más cuadrada de mi Quito...
Y luego, luego vinieron las encuestas, las facilidades, los amigos, las preguntas, las fotografías, las vergüenzas... la ayuda indispensable que le debíamos a "George" por todo lo que no enseñó en solo un par de años...
Sí, recuerdo aquella tarde y la entremezclo con lo que la relacionaba...
Además, recuerdo a mi querida 'Gazza y a mi hermana Day... las tres jugando en la cafetería a capturar sueños y azúcar.
No extraño los días del colegio, la verdad es que no... lo que extraño a ratos es tener a mi sangre no sanguínea las seis horas que necesito...

DAY- JIVY - NATHY - LIZ - MIAUS - FLAK - PAULY - PUNKIE - ANDY - MAJO - LOLA - PAME - KATY - DINA - XIME - ADRI - XIME - ITA FORAJIDA - CHURIS - MONTZ - GEOVA - MARIANITA - TEACHER - CARLITOS VILLALBA - JUANCHO - HUGUITO - GEORGE y hasta MARCO Y JOSÉ EDUARDO...

A veces me parece que nos faltó vida...

Nada más Belén que yo

Para limpiar ¿te bebo de a sorbitos?

Este cuento nació de una idea loca, en el sueño del teléfono... con mi hermana Safri... y el título también se lo debo a ella y a la interminable carretera para llegar al fumadero de opio del cielo... Claro que solo se trataba de una tarde nublada... pero para nosotras, eso es más adictivo que nada.
Belén indaga su propia memoria
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Para limpiar ¿te bebo de a sorbitos?
(ganador en concurso de la UNESCO 2006, "Día del Libro y la Rosa")
Salí de aquella habitación, resignada y arrastrando mi nombre. No transcurrieron ni dos segundos hasta que su boca me disparó contra la subasta de necesidades, de nuevo.

Cuando me pidió que me fuese de allí, lo hizo con su típica expresión marchita, como siempre, como antes, como la luna cuando cruza accidentalmente la mañana.

Pidió a mi nombre que se largara de una vez y mi cuerpo que reacciona de inmediato optó por seguir su consejo. Le di la espalda con un giro tan drástico como su tono y no supe hacer otra cosa que aferrarme con las dos manos a la primera rendija que se posó entre mis ojos y el final del pasillo. Creí que eso era “irse” para él.

- Que te vayas más lejos – imperó su voz en el aire.

Nunca obedecí cuando no pronunciaban mis cinco letras de cédula, pero aquella vez algún factor extraño me obligó a hacerlo. Constato con estas líneas que yo nunca obedezco.

Seguí escaleras abajo, guiándome por la serpiente metálica, por esa barandilla oxidada que descendía hasta el primer piso, que conducía a la puerta de salida.

Yo permanecía adormitada, adherida a las siluetas hoscas, tragando polvo como si de orgullo se tratase, sintiendo a las gradas que se hundían y doblaban a medida que las iba bautizando con mi enojo.
Juro que no llegué ni a la mitad de la víbora férrea cuando escuché, de repente, el estruendo de mil jaulas abiertas y unos cientos de caballos libres.
Todas las ventanas que me iluminaban, todas retumbaron desde sus lechos; las pulgas y mis sombras salieron corriendo tras la mano de un agujero de luz que penetraba un vidrio roto.

Fue un disparo. Fue un suicidio. Fue un error. Fue una proeza. Fue un adelanto. Fue una novela. Fue él (por fin hallé la respuesta a tiempo).

Escondiendo mi corazón bajo una angustia palpitante, eché la carrera de vuelta a la habitación de la que había sido despedida. Apenas alcancé la puerta, me detuve temerosa bajo el dintel.
Todo estaba en su sitio: la misma imagen me miraba sobre la cama, el mismo envoltorio azul en las almohadas, el mismo frío, la misma opacidad, la misma pared descascarada pernoctando. Solo me faltaba el detalle más ilustre de todo ese desorden: él.

Asomé la cabeza lentamente y con cada centímetro que avanzaba, más se notaba como la circulación sanguínea ejercía presión excesiva sobre mis globos oculares. La ansiedad, el miedo y la desesperación se fueron como un grito cuando pude constatar qué había sucedido.

¡Qué alivio! ¡Qué fácil es respondernos cuando ya verifican nuestros ojos las consecuencias! Admito que mi imaginación es frágil y mientras duraba el tiempo de la duda, aparecieron ante mí miles de imágenes obscenas. Pero no, nada de lo que pensé era cierto.

Estaba allí, como un trapo, con las piernas flojas como símbolos matemáticos, una junto a la otra, su rostro estaba amoratado y gozaba de una sonrisa sardónica peculiar e inmóvil. Todos sus músculos se hallaban en el estado más tieso que jamás supimos tener los vivos.
Sus manos agonizantes se contraían y dilataban dando la impresión de querer aprisionar el dolor que soportaban.
Analicé por un momento que sus brazos lucían como una balanza que pesaba, con un lado el techo y con el otro el arma.

Incliné mi espalda hasta la posición máxima que soporté, luego doblando mis rodillas, me le acerqué y le pregunté sonriendo si tenía idea de lo que había hecho.

- Ahora sí estás en problemas – agregué.

Sus ojos y sus cuencas deprimidas miraban al techo inquieto de noticias o señales externas.

Le pedí que se levantara. No era posible ni justo ver cómo ensuciaba todo el piso con aquella delgada capita roja oscura.

Él no dudó pues tampoco le convenía verme enojada. Se puso en pie mientras tambaleaba su cuerpo flaco y me dejaba ver, entre sus retorcidas de tronco, aquel agujero dentado que le quedó en la cabeza al lado izquierdo, mismo sitio del disparo.

Signos vitales: ninguno. Hora aproximada: hace un rato. Testigos: el muerto.

Cuando ya estaba de pie, me miró con las pupilas asentadas en otra parte y sosteniendo su sonrisa sádica y maldita, se inclinó hacia la cama apoyando sus brazos cadavéricos en el borde.

- ¡Imbécil! – grité - ¡has manchado la cobija!

Aquella mancha roja iba a tomar más que esfuerzo para que se borrase de la tela.
¡Qué descuido imperdonable!
Refregar hasta eliminar las huellas es como soplar la memoria para protestar los recuerdos.
¡Qué descuido imperdonable!

- Ahora mismo vienes a lavarte la cara y a tirar de una vez lo que sea que te quede dentro – dije firme y esperando respuesta.

Me hizo caso de inmediato sin alterar su postura ni su temple. Lo arrastré de la mano casi hasta el baño, sintiendo su peso que entonces era más ligero.
Comprendí que todo se debía a la magnitud de su hemorragia.

En el baño, lo dejé apoyado contra la puerta mientras abría la llave de agua para poder devolver a mis manos su palidez habitual.
(Su cabeza estaba recostada hacia la derecha, digo, para evitar más derramamiento.)

Miré el espejo por necesidad de reflejo. Me hallé teñida por la luz baja y verdosa, mis ojos lucían un tono anormalmente brillante; el lavabo amarillo y el jabón de ropa nos daban la ilusión de olor a limpieza.

“Lleve sus fundas de Ajax”
“Deja, el blanco más blanco”
“Omo multi-acción”

Seguía viéndonos y el reloj se detuvo de un infarto.

(La cámara aquí cambia el enfoque y gira muchas veces alrededor de nuestra imagen congelada y absurda)

Abrí entonces la llave de agua para poder devolver a mis manos su palidez de vivas, su regocijante sensación de frías.
Tomé su cuello entre mis manos salpicadas y torciéndolo suavemente hice que goteara todo aquel precioso fluido en la dirección que yo deseaba.
Inclinado así, ríos brotaban de su fuente molida a tiro; la sangre abundaba en un inicio aunque después se coaguló y del tono rojizo inicial, vivo, se fue tornando de un apetecible matiz vino.

Ahí, en ese estado de semi consciencia es cuando se me ocurrió que en lugar de desperdiciar el plasma, debería beberlo… esa idea me duró inmóvil durante la operación. Lástima que no se cumpliera.

Confieso que a ratos me incomodaba verlo tan despistado, tan ausente de sí, tan carente de él mismo. Pero bueno, ya había dejado de sangrar y eso era positivo.

De regreso, lo arrastré de la mano una vez más, pero ahora con el objetivo de que me ayudase a limpiar el piso. Yo no había disparado nada, era su sangre, no mí sangre, era su problema, no mí problema.
Me rebusqué los bolsillos y lo único que encontré fueron una bolsa plástica y una esponja, algo típico de mí, tener de todo en la ropa.

Lo hice poner de rodillas en el piso y le ofrecí la esponja y la bolsa plástica Supermaxi mientras le iba informando que él era quien iba a limpiar los cadáveres de glóbulos del piso.

Irónico, aún con la piel más morada que antes, me miró reprochando el hecho de que no lo ayudase. Lo hizo con los ojos en el vacío, con sus cuencas desinfladas.
Yo me conocía bien ese gesto de amenaza interrumpida.

Se escuchaba claramente como la esponja sorbía la hemoglobina y los parásitos.

- Ay – suspiré – si avisabas con tiempo habríamos recogido la sangre limpia para donarla.

Me enojaba que incluso en estos casos él fuese tan descomedido.

(Aquí la cámara acelera las imágenes, las transporta con fondos oceánicos y los delfines saltan sobre nuestro primer plano. Hay corales vivos en las paredes y peces de colores en la cobija sucia)

No le tomó mucho tiempo limpiar. Cuando se llenó la funda, el “Supermaxi” que la distinguía se leía claramente, por el hecho de que ahora su volumen era amplio.
Con el temblor de sus manos, sostenía el paquete que se bamboleaba como si de una bailarina gorda se tratase.

Las pulgas empezaron a arrebatar el instante y socialistas como son, armaron una cadenita larga para que las dejemos chapotear en el yaguarcocha recogido.
Yo no quería eso en un inicio porque su sangre era escasa y difícil de obtener en el mercado, sin embargo, luego recordé que él siempre quiso que las alimañas fueran felices.

Entre estas contradicciones y picazón de alergia, noté algo muy importante: cuando abrí la llave de agua para poder devolver a mis manos su palidez habitual, las lavé muy superficialmente y ahora estaban pegajosas aunque ya no tinturadas.

Me levanté del piso y fui de nuevo al baño, al lavabo amarillento. Él me siguió con su paso lento y retorcido como si le doliera una pierna o tuviera polio. Sus extremidades se encorvaban y su cuello alcanzaba a cerrarse en un íntimo anillo con su pecho.

- ¡Qué fetal te ves! – le dije burlándome.

El seguía sonriendo así que consideré que no le molestaba mi presencia ni mi trato.

El agua fluía como siempre, irrespetuosa, fachosa, irregular, pero no había opción. O me lavaba o me quedaba así.
Metí ambas manos en el agua, segura de que esta vez no iba a fracasar en mi intento, froté con suavidad mis dedos entre ellos y saqué aquel pellejo sanguíneo que se me había formado.

(Aquí la cámara va lenta, apuntando a cada uno de los movimientos de mis manos mientras se enjuagan)

De un instante a otro, por sorpresa, él me tomó de la muñeca izquierda y me apretó con una fuerza brusca y violenta, como si me hubiese querido estrangular el cuello de las manos, como si me hubiese advertido de algo, como si…

… Un estrépito mortal azotó la casa.

Fue un disparo. Fue un suicidio. Fue un error. Fue una proeza. Fue un adelanto. Fue una novela. Fue él (por fin hallé la respuesta a tiempo).

- No, no muchacha – me dijo alguien en la espalda - ¿cómo va a ser él si te está apretando la muñeca? ¿no te das cuenta?

Con esto, la fuerza que se empuñaba contra mi mano se incrementó, por primera vez di cuenta de una cámara que nos perseguía a lo largo de la cinta que grababa.

No transcurrieron ni dos segundos antes de escuchar de nuevo un ingrato sonido que revolvió hasta el estómago de las paredes hambrientas.

Pero ya no era un disparo. Ya no era la esponja. Era un grito. Una vocal alargada.

AAAAAAALAAAAAAARGAAAAAAADAAAAAAA

Como si el grito fuese una llave, una ayuda involuntaria, una necesidad de respuesta, un reclamo, su mano se abrió y me dejó libre, latiendo justo a tiempo de mi reacción siempre tardía.

Salí del baño y me quedé bajo el dintel de la puerta viendo de reojo lo que sucedía.

Era su madre, mujer delgada y colorada, vestida de amarillo empolvado, con las manos en los pómulos y una expresión escalofriante. Con dientes arrugados, con nariz hinchada, con sensación de agonía.

(Aquí la cámara hace un acercamiento a la cara de la mujer, y se aleja bruscamente. Repite este proceso violentamente hasta que al público le duelan las pupilas de tanto palpitar sucesivo)

Yo seguía mirando a la madre, su rostro era como el de la muerte, arisca y malhumorada aunque deprimida. Lentamente bajó las manos hasta el cuello, y con la mano derecha se cubrió la boca de espanto.
No fue sino en ese instante en que me percaté de que ruidos externos venían hacia nosotros, como una ráfaga de pisadas que abofetearían nuestros cuerpos y nos tumbarían contra el piso recién limpio ¡recién limpio! ¡Cuánto miedo a morir bajo los cascos oxidados de un equino!

Con interés, cambié mi vista hacia la otra puerta, a la de la entrada de la habitación, para corroborar mis sospechas sobre quién se aproximaba a esa velocidad. Me suscitaba la fantasía de alguien que venía galopando sobre la serpiente de escalera.

Era la vida. Era la muerte. Era un panteonero. Era una despedida. Pero no. Era él. Era él que venía a cerciorarse de la noticia del día.

Perpleja, sin halito ni comprensión, cabe especificar que no estaba atemorizada sino confundida.
Volteé lentamente mi cara y noté que él ya no estaba más allí. No sonreía, ni estaba morado. Ya no estaba muerto sino vivo y frente a mí.

Indiscreto. Ignorante. Palpitante. Agotado.

La duda ya era un estorbo a esas alturas, así que sin más preámbulos me acerqué a los dos individuos que se hallaban en torno al sitio del piso en donde se había disparado él minutos atrás.

Ya no estaba su cuerpo como me habría gustado imaginar. Él no se duplicó ni regresó a su sitio póstumo.

En su lugar estaba yo allí, como un trapo, con las piernas flojas como símbolos matemáticos, una junto a la otra, mi rostro estaba amoratado y gozaba de una sonrisa sardónica peculiar e inmóvil. Todos mis músculos se hallaban en el estado más tieso que jamás supimos tener los vivos.
Mis manos agonizantes se contraían y dilataban dando la impresión de querer aprisionar el dolor que soportaban.

Me recosté sobre la puerta del baño de nuevo y muy analíticamente concluí que mis brazos lucían como una balanza que pesaba, con un lado el techo y con el otro el arma.

Tiempos verbales

Hoy seguimos con ganas de publicar cosas... no tengo mucho que hacer...
Este poema fue el ganador del concurso organizado por la UNESCO con motivo del "Día del Libro y la Rosa" tambien conocido como "Kamu, Sisapapash puncha"...


Belén de las callejas...
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TIEMPOS VERBALES

Andaré sin calles con el único andar que
conozco, que hago verso, que adormezco.
Goteará la noche las acuarelas desgastadas
por el silencio, imperdonable risa del agua.
Un puñado de sombras mecerá mi cabello,
mis manos, mojará mi boca de sustantivos.
Muchas tardes que todavía respiran el futuro.
Por el momento me hallo rendida,
esperando dormir el perfume del alba,
la ansiedad mediata de conocerte de nuevo.
A siete días de derramar pasos,
combatir comas tísicas y escalar páginas,
abro un libro de sonidos y me instalo en la locura exacta
de todas las interrogantes,
en su vientre de luna, en su herradura inversa.
Vos, que caminaste conmigo en Valparaíso,
ojos de sorpresa llevas, desembocadura de mi pecho,
te perseguí con las gaviotas del estero.
Fui arena, sal en grano.
Fui la sensación de devolver los poemas
que no llegarán jamás a ser escritos.
De pie, inmóvil, caerán sobre este cuerpo
los pretextos, la lluvia, la nostalgia,
la madurez próxima y el croar de las ventanas.
Andaré, no cabe ración de dudas.
Pero ahora, mientras tanto,
solo quisiera acostarme
en la ternura inmensa de los puntos suspensivos
para dormir una vez más en tu inconclusión.

Andando, con estos zapatos también ando...

Cotidiando Aspecto de Simplemente Caminar...

...trozos de una carta que no creo entregar...

Encontré una carta... con explicaciones, dolores, sonrisas y hasta tres ojos y dos bocas... es una carta parecida a mí... jaja, miento... Era la explicación a una sola noche en mi vida... y creo que copiaré ciertas frases que me parecen útiles de copiar ÚNICAMENTE como mi carta de presentación de nuevo... para que más o menos nos hagamos la idea de lo que suelo tener a veces... (además de mi permanente locura)

Belén de los entrelibros...
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"La luna se ha cobijado a medias, la noto dormida, y cuento todavía los minutos que faltan para que este día se termine. Exactamente faltan treinta y uno cuando empiezo a escribirte..."

"...y todavía escupo sangre a ratos, me detengo mareada en una puerta, sujeto mis manos y trato de no caerme hacia ningún filo que pueda lastimarme más de lo que ya estoy..."

"...Quisiera tener la habilidad de expresar bien claro lo que siento solo hablando, pero me conoces… mi trinchera es ésta aunque le caigan cien granadas durante la guerra de seguir de pie todavía. Yo no expreso entre líneas las cosas… y casi siempre, mi silencio significa que estoy escuchando… las cosas optó por decirlas de frente, así como acepto mis errores y mi fracasos. Aceptando todo, el corazón aún se tambalea tanto como lo hace el cuerpo… el apetito regresará cuando me sienta en calma, cuando no me ahoguen las lágrimas atravesadas en mis ojos. Aquí estoy, vestida igual que muchas noches, mirando la misma ventana que siempre está en el mismo lugar, mirando la luna que parece eterna, y que lo único que le cambia es el traje de nubes que lleva. Estoy, sí, como acostumbro estar, pero con la salud pendiente de un hilo, la atención apagada, la sonrisa marchita, los párpados hinchados, las manos arrugadas como papel, el cabello amarrado, con la boca reseca, la nariz enrojecida por tantos cambios en el sistema..."

"Estos dos días han sido grises hasta para el clima… el cielo amaneció dos días nublado y gris. Coincidencias, presagios… simple compañía de la naturaleza. Quisiera contarte todo lo que pensé, lo que sentí, lo que viví… y me gustaría por una vez en mi vida ser ordenada y tener cronologías precisas… pero no soy o me cuesta ser así…"

"...No creí que alguien pudiera aprovecharse tanto de una misma circunstancia con la intención de regocijarse junto a mis sentimientos pisoteados..."

"...Del teléfono celular estoy tratando de huir, porque me trae sabores de soledad, de ausencias, de vacíos increíbles y de malas intenciones… por eso ya no respondo a tiempo aun sabiendo que podrías aparecer del otro lado de la línea..."

"...esperé a la noche a ver si me atrevía a llamarte o si te animabas a hacerlo pese a todo… pero cuando supe que eso no pasaría, mi sueño preferido se convirtió en el pensamiento más crudo de mi soledad..."

¡Ay de mi luz lateral!

Quienes no saben de Pablo Palacio (25 de enero de 1906- 7 enero de 1947)... no los culpo. No tiene mucha difusión en ninguna parte, peor en su tierra... Pero en breves digo que fue un genial escritor ecuatoriano, nacido en el sur de mi país, en Loxa (Loja)...
Este año se cumplen cien años de su nacimiento... y se me ocurrió escribirle para hacerle llegar mi más alto sentimiento de consideración y estima.. (jaja... alguien me sabrá entender)
Lo interesante es que por ahí, leyendo su obra completa, me encontré con que en una de las cartas que escribió, mencionaba una próxima publicación con el título "Ojeras de Virgen"... lo simpático de mi historia es que nunca llegó a escribirse.
Así que, sin mucho que hacer, me dediqué a ponerme en los zapatos de la virgen con ojeras... Y así es como nació mi carta... Con antecedentes de Sal y Mileto, con apoyo de la empresa eléctrica... con ayudas de Adriana, con la mano de Dayana y de Octavio Ramírez... (quienes saben de Pablo, entienden que Octavio era el personaje de su cuento "Un hombre muerto a puntapiés")
El título de la entrada hace memoria al título que le dieron a mi carta en un concurso a nivel del Distrito Metropolitano de Quito... tenía que escribir un ensayo, pero hice esto... y como nadie me contó que era necesario que el "ensayo" tuviese título... por ahí me dieron una mano y no fui descalificada, sino todo lo contrario...
Pablo Palacio y yo salimos y ganando...

Enferma de gracias, locamente aullando...
Belén por tercera vez en el día
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Kito kon k, 19 de mayo del 2006... a cien años de vos, Pablo.
¡AY DE MI LUZ LATERAL!
¿Yo? Yo tengo dos nacimientos y eso supone doble muerte. Y no, no soy la única y doble mujer, soy otra. Sí Pablo, soy a quien no diste nombre, a quien no alcanzaste a parir.
Soy tu personaje, Pablo, y quiero hablarte.

De ti nací, padre, y a ti vuelvo en estos cien años de búsqueda melancólica y turbia.

25 de enero de 1906, todos vinimos contigo a esa tierra que quizá un día negarías, a la que llamaron otros que estuvieron antes: Loja.

Un día jugábamos ¿no, Pablo? Los burgueses, Andrés, Ana, Débora, Z, Santiago, Adriana, el teniente y yo… ¡ah, y Antonio!. Nunca te habías mirado tanto en el agua Pablito, quizá por eso quisiste unirnos a todos con ella, reunir la sangre de la tierra para conmemorar 77 heridas que luego tú llamarías “el sitio por donde te entró la inteligencia”.

Fuimos tan parecidos todos nosotros… vos huérfano de padre, nosotros solo te teníamos a ti, estábamos en tus ideas, éramos entes apartados de la carne que habitábamos tus letras. Nos dejaste vivir y a muchos diste una vida eterna.

En tu infinita demencia de poeta, ahí me tenías, recostada entre los últimos retratos que alguna vez creaste. Ahí, en el vientre de tu memoria, ahí reposé años nombrando alguno que otro error de ortografía.

¿Por qué, Pablo? ¿Por qué no me pariste? Yo cumplía con tus intenciones, yo fui discípula de Débora y Ana me enseñaba a montar en bicicleta. Fui testigo única de una muerte patética a puntapiés.
Preparada me tenías, centenario es ya desde que nací contigo, centenares de luchas que enredamos juntos en papeles.

El enfoque desesperado por hallarnos un hogar. Pablo, tú supiste adoptarnos a nosotros, los monstruos salidos de un siquiátrico, de un manicomio, de un error en la vida, de una maldita sensación de acostumbrarse a ser humanos aun cuando todo esto significaba la muerte certera, sufrimiento.
Te hiciste cargo de nosotros, los estorbos temibles en un Quito sin cielo ni nombre. Nos hablabas de frente, nos abrazabas, nos burlabas entre comas y citas textuales. Aaaalaaargaaabaaas palabras, complacías a tu mente.
Muchos nos tildan de personajes demenciales, de ser seres no deseados; pero ellos nos saben que la locura no fuimos nosotros sino tú que nos cuidabas.

Esos conflictos sicológicos que te atacaban, Pablo. Ese aperitivo de patología literaria. Nos hallaste antropófagos, nos hallaste siamesas, asesinos, muertos, provincianos, militares.
Comimos pollo frito, Pablo.
Te acompañamos como especimenes incomprendidos en alguna sicología malinterpretada.

Un libro, Pablo, historia que recopilaste haciéndonos saltar con atetosis desenfrenada. Ahí, en un libro nos reuniste, reuniste las realidades, las únicas vidas que pudimos tener nosotros, los relegados, los apartados, los no deseados.

Un vaivén, Pablo, eso era ser pieza de tu mente. Un ir y venir de líneas que luego desfigurabas en páginas y concluían en memorias.

Los duplicaste tantas veces que hoy siento envidia de jamás haber sido tus letras.

Nos diste voz, nos hiciste visibles y reales para esos ojos que no nos querían ver, que nos ignoraron durante siglos.
Ah Pablo, no sé porque me empeño tanto en aparecer con un “nosotros” cuando solo fueron ellos, los pocos, quienes te vieron en verdad con los ojos de los vivos.

¿Pablo? ¿Me escuchas? Soy yo, esa que nunca conociste pero siempre quisiste, soy la que vio contigo por vez primera la ciudad de Quito, de los mil demonios y un cielo.
Una metáfora, una idea inconclusa: las ojeras de virgen que me sembraste aún nadie las cosecha.
El frío, el río que nos trajo de vuelta a la vida, el mismo que nos escupió.
¡Ay Pablo! Tu y el realismo abierto, la innovación de mis hermanos en la boca de los críticos: nos gritaban peligrosos, bestias, engendros de la noche, ejemplos del error.
Tú no nos marginaste sino que nos estimabas con el mismo afecto que puede sentir un cuchillo por la piel a la que ha agredido. Y es que nuestra sangre, Pablo, era la misma.

¿Sabes? Ahora quiero dedicarles un poco de palabras a esos que te violarán el correo y terminarán burlándose de mi pobre afán por encontrarte.

Señores, señoras…
Ustedes dicen que mi Pablo, este nuestro Pablo, dicen que fue un escritor. Y yo no niego señores, que mi Pablo haya escrito versiones infinitas de cuerpos callados y mansos. Pero entiendan algo: nosotros nos valíamos de sus manos para asomar la cara tras el telón oscuro del olvido y la indiferencia. ¿Cómo sino, aparecimos en sus mentes, cuando leyeron los libros que editoriales, años más tarde de la muerte de Pablo, publicaron?
Lean a mis hermanas, las más queridas, lean a “La doble y única mujer” y noten que no es Pablo quien escribe, sino ellas.
¿Por qué se asustan de conocer ahora el secreto de nuestra existencia? ¿Es que acaso no era lo mismo escribir nosotros que pedirle a Pablo que lo hiciera?
De todas formas, como “personajes” o como individuos, éramos igualmente discriminados y marginados.
No todos los burgueses iban a adorarnos, no todos iban a respetar a Andrés en sus discursos, ni tampoco todos los tenientes iban a enloquecer por Débora… ¡mi guapa Débora!

Ay Pablo, que bien me siento de decirles aunque sea a medias, un par de cosas que me tenía guardadas. Estos intelectuales de hoy no iban a dar nunca con nuestra verdad ¿o sí? Yo tenía mis dudas, padre, por eso me adelanté a los estudios y preferí recitar con mi delirio lo poco que sé cómo expresar.

¡Ay Pablo, cómo me duele ser solo esto!
De una u otra forma, Débora salió y fue, aunque no lo hayan descubierto, tu primera mujer y tu peor amante.
El joven Z ¡qué dicha verlo asediado por tantos cánceres! Los treponemas, los estafilococos, la irreligión, su anonimato. ¡Cuánto gozábamos probando su dolor a cucharadas!

Pablito, te menciono tanto a mis hermanos y es que los extraño.
¿Cómo está Débora? Hace mucho que la busco, pero ella escapó ya de los libros y solo me dejó una nota, la misma que dejaría al teniente pero a mí me explicaría.

“El vacío de la vulgaridad y la tragedia de la genialidad” No olvides nunca que solo hay dos opciones. Cuando Pablo te tire lejos, agradécele pero del mismo modo ódialo por no haberte cuidado mejor. El mundo no es tan sencillo, sobre todo si te creen simple fantasía.

No lo sé Pablo, Débora pudo decirme eso porque al menos alcanzó la luz de los amaneceres quiteños y lo que más envidia en mí despierta es que lo hizo con sus propios ojos.

¿Por qué no me pariste? Era solo cuestión de ponerme en una servilleta y decir: ella es… e hizo tal. Con eso habríamos firmado la cédula que confirmase mi existencia.
Pero no, no alcanzaste. Y no es que te reclame, pero me duele todavía cargar con esta ausencia de identidad.

No te reclamo, no te reprocho… pero Pablo, por justicia debiste ayudarme. Estuve contigo en tus amoríos, y me emocionaba sentir cómo tu corazón refulgía la pasión de Carmela.
Nunca te faltó ella, pero yo tampoco te abandoné jamás. No tuve visa ni pasaporte para dejarte, no tuve tu permiso de huida.

¿Te acuerdas cómo nos hacían muecas tus amigos escritores? Ni en esas condiciones te abandoné.

Pablo… como te empecé diciendo, tuve dos nacimientos y eso significa doble muerte. A cien años de ti, hoy llevo un cuerpo, un nombre… pero uno que me pusieron por obligación más no por voluntad como tú habrías hecho.
Pablo, yo también escribo un poco ahora. Alguien con tu muerte alimentó simultáneamente dos memorias.
Fui tu última idea, soy todavía el fallo que no va a clausurar ninguna estrofa. Soy la coma tísica que sigue encorvándose en las ventanas con este mismo borrador de olvidos.

Ay padre, nunca jugamos a ser escribanos ni escritores, solo jugamos a despertar conciencias, a amontonar injurias y coleccionar quejas y divagaciones de silencio.

¿Sabes ya por qué te escribo? Estoy a punto de volverte a ver, estoy a punto de cargar con mi mochila y salir silbando a la calle. En el fondo, el corazón me grita al salir me ha de atropellar un bus, uno interprovincial que trafique tus cuentos con mi muerte.

Estoy segura Pablo, que de este fin no paso. Los espejos no me reflejaron nunca, y tu genialidad no me reconoció. Por eso espero morirme, morir de nuevo, como el siete de enero en que nos perdimos bajo tierra.

Mi enfermedad ¿no la recuerdas? Yo fui el personaje más terrible de los que vivían contigo, fui un ser humano, al menos eso es lo único seguro que conozco de mí. Fui un ser humano que amaba la soledad y el café frío, un ser humano que respiraba tabaco y escupía rimas. ¡Qué locura Pablo, haberme querido así! No te asustaste nunca de mis sonrisas sardónicas… y es que solo tú me quisiste.

¿Me querías en verdad? Ay, perdóname Pablo por ser así de insistente, pero no llego todavía a comprender porqué no me pariste, porque me negaste la oportunidad de coquetearte en una esquina, de convidarte alcohol, de arrebatarte en tu funeral un beso.

Y es que te amo Pablo, con el incesto único de un amor enfermo.

He hablado demasiado… he escrito demasiado… ¡ay Pablo! Mejor me muero pronto para contarte lo que me falta todavía por soñar.

En Quito señores y muertos... la esQUITOfrénica soy yo...

Les dejo algo que escribí hace cosa de un año... cuando me enamoraba de nuevo de mi Quito colonial... la foto es del 27 de julio de este 2006... es el Sagrario... mi maravilla de piedra...
Aquí vivo... y en algunos lugares más.

Como fantasma que le teme al olvido...
La Belén del diario
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ALLÍ VIVO YO

Allí, donde la gente en las esquinas duerme al acecho de sueños, donde la gente le asalta a la botella para ver si al fondo está la esperanza; allí donde se remiendan los zapatos y el corazón frente a una iglesia, allí vivo yo.
En el parlamento de Quito, sobre las cumbres indiferentes de un volcán que se rió junto a la segunda presidencia de Velasco Ibarra, a un lado de la mística fachada que aún amasa el pan con temor a los fantasmas chocarreros.
Sobre nombres de lugares chilenos, en la calle de las playas, allí vivo yo.
Donde el blanco de las paredes se decapitó y sangró celeste; allí donde las tejas de arcilla no soportan los granizos ni el amor, allí donde los balcones se adornan con flores secas y camas marchitas, allí donde la mirada se pierde en un bocado de abismo.
Allí donde el número de casa no es más que lata oxidada de tres santos que se desdoblan para ver mejor si el vecino ha muerto o no con espanto.
Allí donde la piedra de lavar en lugar de agua regala barro, allí donde el olor a humedad te intoxica, se come los libros, se limpia el sudor con “El Comercio” de hace siglos, los pone amarillos y borra nombres. Allí, donde la magnolia es inalcanzable, allí donde soñaba que el capulí era el límite de las propiedades privadas, allí donde la hierba te cubría hasta el regazo, donde los bichos eran costumbre y la valentía les arrojaba piedras dejando manchas moradas en las rocas del suelo. Allí, donde la palmera crecía junto al infértil fruto del agua de anís, donde la palmera jugaba a tocar helicópteros y nubes, allí vivo yo.
Vivo en el crujir de las tablas de los conventos, en el pan de oro parasitario de las manos que le dieron forma, que le agregaron santos; vivo allí, en medio de los cuadros y las lamentaciones de las piletas, vivo en las palomas que acurrucan al tumbado, vivo en los ojos de los cristos que subidos en una cruz se niegan a bajar para la minga.
Vivo entre amenazas de conquistadores, entre sabios literatos, entre los capítulos que se le olvidaron a Montalvo, vivo en la Real Audiencia, en el Reino de Quito. Vivo en las leyendas del Tejar, y vivo en las copas que nunca más bebió aquel sacerdote de juerga. Allí, donde los sucres desfilan montados sobre caballos de cuentos, donde la libertad llegó un poco más tarde de lo que acostumbra, donde se asesinan rebeldes y se reviven en cera. Allí donde se incendian los zaguanes de tanta melcocha ardiente de historia, allí vivo yo. Y si hago un recuento de donde vivo, debo admitir que vivo también en los buses apurados, en las descargas de humo en el mercado de San Roque, allá donde la luna se enamora de su propio religioso atuendo.
Vivo enroscada, imitando a la serpiente, en el churo de la Alameda. Donde la virgen se cansó de rezar por rezar y los guitarreros le alzaron en coplas hasta el mirador de una olla, que luego fue pieza de crocante palabrería.
Abajo, a un lado de la Plaza del teatro, donde los Atahualpas y los Capac juegan a ser dueños de las hormigas que se roban el azúcar de la farmacia, donde olvidaron que el oro se refleja en la sonrisa de los ancianos.
Allí mismo vivo yo, en la ermitaña soledad de monumentos que se destrozan por las polillas, en la tierna congoja de la Plaza de la Independencia, en el despiadado desencanto de la García Moreno… en la Tola, el la Marín, en la Catedrática Compañía de lamentos, en las tazas plásticas de las limosnas, en los avispados inventos de la sal quiteña.
Definitivamente, AQUÍ vivo yo.

Detrás de la lente...


Sí, cada cosa en su lugar y a mí me detienen unas letras. A veces quisiera no ser, no estar... pero ¡qué diablos! Estoy y soy...
No me termino de acostumbrar al mundo, mantengo correspondencia cercana con mi propio corazón y luego me siento yo de nuevo.
Se preguntarán cómo es sentirse Belén... y esa pregunta es simple de hacer y simple de responder.
Se siente bien.
Sí, yo sé que parece contradicción... pero no lo es.
Solo dije que a veces quisiera no ser, no estar... más no que me disgustase mi posición frente al mundo, frente a ustedes, frente al espejo...

Hay una Belén frente al espejo...