viernes, agosto 07, 2020

PEQUEÑOS GRANDES APRENDIZAJES

 PEQUEÑOS GRANDES APRENDIZAJES

(a la mitad de las historias COVID)


Uno bien podría pensar que con los años la gente se convierte en una especie de humanoide más sensato, más sincero... pero no. Hay cosas que sencillamente parecen arraigadas en algún trozo de herencia genética o de costumbrismos... no puedo decir que todo sea cultural aunque bien puede responder a ello.

A mí, en lo personal, me criaron de una manera en que las cosas se decían con respeto, tino y diciendo la verdad, desde luego. Pero al parecer, en el mundo donde me sitúo, la tendencia es al individualismo peculiar... 

Creo firmemente que quien jamás ha hablado "mal de otros" con terceros puede tirarme la piedra en pleno centro de la sonrisa, porque todos somos humanos y en más de una ocasión hemos sido partícipes de este acto. En algún momento nos tenemos que sacar ese "algo" que llevamos dentro... quejarse es de humanos, enfadarse es de humanos; el problema no es el hacerlo sino el cómo lo haces.

Viéndome en la postura de tercera y habiendo pecado de inocente - bastante estúpida diría yo - mi conclusión (y de la que quiero dejar constancia en esto que de algún modo ha sido durante algunos años mi "diario" de vida) es que uno debe mantenerse dentro de la coherencia... y ser responsable y hacerse responsable de lo que hace o dice.

Uno no puede involucrar a terceros para la queja, de formas despectivas hacia otra persona, y creer que es normal el uso de cierta terminología y de ciertos tonos... no puedes decir algo de alguien, a sus espaldas, algo que no serías capaz de decírselo a la cara en el mismo tono y con las mismas características. Es lo que pienso.

De todas maneras siempre estaré a favor del diálogo frontal, donde todas las partes incluidos los terceros y los cuartos y los quintos, sean capaces de ponerse cara a cara y decir las cosas tal como sucedieron y tal como de verdad las sienten. De lo contrario, a mi criterio "del otro lado del mundo", vamos, se convierte en hipocresía y en "amistades circunstanciales" (Gracias Tocaya Gordillo por la sabiduría)... o no digamos "hipocresía" sino en "incoherencia" total...

En fin...

Los días pasan y al final también se aprende que tanto uno como los otros entran y salen de la vida de la gente con algún objetivo y que, salvo excepciones, la gente que permanece de un modo más o menos permanente es la gente a la que uno puede considerar de verdad AMIGO.

En mi caso, he fallado y decepcionado a más de una persona, habiendo actuado de forma tonta y sin medir consecuencias... pero me quedo bastante tranquila porque sé que nunca hice nada con malas intenciones y que, por lo menos, me quedan gratos recuerdos de todo instante compartido. También conocí la lealtad en medio de lo que menos me esperaba y reconocí mi miedo y lo he saludado de nuevo... y creo que tengo mucho trabajo por hacer conmigo también.

Aquellos que me conocen saben que suelo pecar de torpe... pero precisamente con esa transparencia es que saben bien de lo que soy y no capaz, de hasta dónde puedo llegar o hasta dónde me permito las tonterías conmigo misma. 


A seguir viviendo. A seguir conociendo personas y experiencias que dejan huella. Algunas serán cicatriz y otra sonrisa... pero después de todo, para eso vinimos: para vivir.


lunes, abril 20, 2020

5 / CoVid19

LA GRANDILOCURA Y LA GRANDILOCUENCIA

He de decir que hasta esos días mi pensamiento seguía siendo el mismo.
Esto es una gripe más, un cuadro infeccioso como cada década nos alcanza, nos infecta, muta, asusta y a la final o acabamos haciéndonos inmunes, o aparece la vacuna o nos acostumbramos a que, como toda patología infecciosa, afectará a unos de forma más grave y a otros de forma más leve.

Mi hermano estaba preso en la notificación instantánea de los casos, de las defunciones. Yo, aunque todavía soy parte de la generación que creció con la tecnología, la verdad es que no termino por engancharme como la juventud de hoy... y me alegro porque me generaría más agotamiento mental del que podría manejar.

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Sinceramente (y aquí empieza a brotar la rama de "soy médico en tiempos de pandemia") creo que el manejo de esta crisis ha sido desproporcionado en lo que respecta a la parte mediática. Los medios de comunicación han sido alarmistas al punto de enfermizos y eso, desde luego, nunca acaba por ser útil.

Las críticas de mi hermano hacia mi actitud eran justificadas dentro de su realidad. Mi postura un poco "relajada" hacía que él montase en enfados porque "no me tomaba en serio las cosas"...

A ver. Si nos ponen en tiempo real las cifras de los muertos por accidentes de tráfico, suicidios, complicaciones cardiovasculares, hambre... nos volveríamos locos todos. Y es que a la gente se le ha olvidado que parte de la salud es también la salud MENTAL. Las medidas de HIGIENE MENTAL no son eufemismos que acaban de ser inventados, es algo que hace rato busca tener más protagonismo pero que, entre Instagram y las publicaciones de Facebook tipo "La ciencia lo demuestra, decir groserías te hace más inteligente"...
...

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La gente no entiende. Vivimos en un mundo donde estamos aferrados a una pantallita y creemos que eso es LA VENTANA A LA REALIDAD.
La cantidad de información, de historias, de verdades y mentiras, es abrumadora y hay gente dispuesta a sacrificar su tiempo en leer o intentar leerlo todo. Eso no te da mucha opción a considerar un "filtro" mental para abarcar la verdadera realidad... No sé, solo digo.

Si mi postura frente a una pandemia, desde mi sitio como médico es esta (júzgueme con confianza EXCLUSIVAMENTE QUIEN ME CONOZCA) es porque no me termino de creer que esto sea el fin del mundo. 

- Sí una crisis global.
- Sí una crisis sanitaria porque nadie lo vio venir y como no estábamos preparados la idea de "no morir en el intento" por parte de la salud pública y privada era lo más sensato...
- Sí una crisis económica con unos tintes políticos que resaltan de formas DEMASIADO obvias...
- Sí, si quieren, una llamada de parte del Planeta Tierra diciendo "Buenas ¿ha escuchado hablar de la extinción? jaja... 

No me alarmo. Me quejo, pero no me alarmo. 
La vida existió antes del ser humano y seguirá existiendo después de él. Biológicamente no entiendo el antropocentrismo ni esa necesidad malsana de creer que nos merecemos vidas longevas y hasta eternas.
¿Para qué?
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Volviendo a lo que vivía... 



De todas formas, los tickets para museos y medios de transporte ya estaban comprados. Y con las diferencias sobre el manejo de emociones en días de lo que aún era epidemia, el cronograma de actividades no había cambiado.

Lo único que había diferente era un cierto picor de garganta que usualmente no es lo que me suele pasar cuando tengo alguna infección de vías respiratorias...

Mi hermano había comprado cosas típicas y deliciosas de la región, yo llevaba un Brunello para festejar... y así, la primera noche en Bolzano fue amena, con guitarra y saludos a la familia... Le di los regalos que le había comprado e incluso le di más regalos de los que esperaba darle jaja...

Italia era nuestra y esos casos que había en ciertas regiones pues sí, daban para el debate y la reflexión... pero aún estaba todo muy distante en nuestras mentes...

jueves, abril 16, 2020

4 / CoVid19

ALTO ADIGE

Llegué a Bolzano a la noche. No tengo la más remota idea sobre cómo lo conseguí pero ahí estaba, con mi hermano arrastrando mi maleta y diciéndome que su depar no quedaba tan lejos... TAN. 
No exagero ni miento si digo queme parecía todo surreal. ¿Cómo es que uno de los Jaramillo Robayo termina en una isla diminuta en el Mediterráneo y el otro en un pueblín de Dolomitas? Convencionales no somos, desde luego.


¿Y entonces?
Pues a recorrer Italia, señores. Que para eso eran las vacaciones...

Era 17 de febrero. Un soleado y gélido 17 de febrero... y yo tendría que ir aprendiéndome las fechas porque después el interrogatorio por parte de las entidades sanitarias españolas iban a hacerme repetir todos los puntos de mi viaje... jajaja.

Para hacer un paréntesis existencial debo decirles que esas vacaciones cumplían con múltiples propósitos además de darme un descanso de lo cotidiano/desquiciante que resulta mi vida médica.
Por un lado estaba el poder compartir con mi hermano menor un par de semanas... para re-conocernos, para saber quiénes éramos entonces. La vida cambia y la gente cambia con las situaciones, con la geografía, con las distancias.
Los que me conocen saben lo tribal que resulto, lo amalgámica que soy con el tema de la familia. Mi hermano menor es parte de mi todo y diría yo que es un todo en mí misma... necesitaba estar ahí, con él, ver cómo estaba viviendo (aunque llevaba pocos meses), conocer su realidad.


Por otro lado, Italia es la segunda/prima patria que tengo. La familia de mi madre, concretamente el Don Cristellot, salió de Belluno rumbo a las Américas... y de no haber sido por tan desacertada/acertada idea, pues esa rama genealógica no existiría.
Italia no me fascina como destino turístico, probablemente porque es muy amplia al tiempo que cliché. Sin embargo, nunca se visitan demasiados museos en una vida.

Cumplir con el protocolo de pasear por el norte de Italia era lo más acertado en tiempos de pandemia jajaja... lo cierto es que aún nadie declaraba nada y los casos de infección seguían pareciendo cosas orwellianas... 

"Es como una gripe más" repetía yo todo el tiempo "lo que pasa es que como no sabemos nada del nuevo virus, todos hablamos y metemos miedo sobre lo desconocido"...



Ah sí... El recorrido.
Planeábamos quedarnos unos días en Venecia, unos en Florencia, Siena, Belluno... y obviamente, las respectivas paradas de tren-autobús que supusieran los tramos...
Venga, súmele puntos y juegue conmigo a las zonas rojas...

3 / CoVid19

YA CASI EN BOLZANO...

Creo que a Venecia la tengo ya bastante visitada. No, no es por "hacerme la salsa" (figurar) pero es una ciudad a la que, por varios motivos, me toca volver aunque no quiera.
No me disgusta, no. Pero tampoco es mi ciudad favorita, vamos.

En todo caso, la parada de autobús era allí, con un par de horas de espera para la parte final de mi trayecto.



¿Qué hacer en Venecia a inicios del Carnaval? Pues comer una pizza esperando el próximo autobús camino a Bolzano.
Recuerdo que, sentada en el bar, miraba como los turistas iban felices, disfrazados, tosiendo por aquí y por allá. El frío no era de los peores que yo recuerdo... la humedad no ayuda, desde luego, pero para haber sido otro invierno en Venecia esta vez yo no llevaba ni bufanda ni guantes como en ocasiones anteriores.

Una coca cola, la mochila y la maleta a mi lado. Vestidos por aquí, máscaras por allá. El tiempo pasaba y yo seguía bastante indiferente (quizá la medicación para dormir) ante todo lo que pasaba...

Se iba poniendo buena la cosa porque estar en Venecia me iba a dar un punto más a la lista de puntos de la pandemia jajaja...

Llamé a mi hermano para contarle que todo iba saliendo según lo planeado. Una vez más, me sorprendía ver la ciudad tan llena pero no tanto como años pasados. Se notaba la falta de asiáticos, insisto... Turismo había, planes de Carnaval en todas partes, los cronogramas avisaban de los eventos culturales a seguirse en los próximos días.

Siempre quise ir al Carnaval de Venecia pero siempre lo había pospuesto. Este año era el año. Con mi hermano. Con su mega cámara de fotos y con todos los lujos que podíamos permitirnos...

2 / CoVid19

Lasciatemi cantare...

Aeropuerto de Barcelona. 
Nunca me ha gustado. 
Pero es una parada casi obligatoria para casi cualquier viaje que hago.

Aeropuerto de Barcelona: todavía lleno de gente. Dentro y fuera de temporada alta para el turismo, ese aeropuerto siempre está repleto de personas. Lo curioso de este año era ver tan pocos asiáticos... ellos, tan característicos siempre, en grupos grandes y con las cámaras de fotografía de última generación tecnológica. Llegué por la tarde-noche a Barcelona y tenía que buscar dónde estaba la parada del autobús. 

Me explico: tras hacer guardia de 17 horas luego de trabajar 8 horas en la mañana, con la mochila albergando fármacos para dormir, no se me ocurrió nada mejor que ahorrar haciendo el trayecto en autobús, por la noche (sí, 24 horas de viaje señores. Masoquismo no, lo siguiente).

El cansancio no es tan intenso hasta que te sobreviene "el bajón" acumulado. Ya sé, la frase no se entiende muy bien... pero es que el estado postguardia es una sensación que no se puede describir con facilidad. Entre la ansiedad preWAR-DIA, el ambiente de la guardia y el día siguiente que es un día "perdido" entre las almohadas...

En fin.


Mi trayecto era largo pero con el autobús tuve suerte. No se sentó nadie a mi lado así que aquel recorrido nocturno atravesando Francia fue relajante y hasta cómodo... no sé si soñé algo, tampoco recuerdo demasiado salvo que casi todo el mundo tosía. A lo mejor ahí fue que algún virus o bacteria cayó sobre mi persona... o no.

Cuando desperté, estábamos en algún sitio de Francia y hacíamos parada para desayunar. Mi francés oxidado todavía me permite pedir café y golosinas... así que ahí estaba, desayunando en mitad de la nada y mirando como los periódicos locales hablaban del virus de moda. 
Todo se sentía lejano. O muy parecido, de forma casi morbosa, al juego aquel PLAGUE INC. que jugaba en los últimos años de carrera desde mi Kindle.

martes, abril 14, 2020

1 / CoVid19

¿DÓNDE ESTABA CUANDO TODO EMPEZÓ?

Era enero. No, era diciembre.
Diciembre de mi último año de especialidad. Diciembre desde el centro de salud. No más rotaciones hospitalarias, solo las guardias (WAR-DIAS... días de guerra).
Recuerdo que miraba por la ventana que da al mar, que da al puerto de Mahón y comentaba que este había sido un invierno raro.
No tuvimos tanto frío como esperábamos, los ánimos de los pacientes eran grises, los motivos de consulta eran fatiga, cansancio, tristeza...
No tuvimos la clásica epidemia de gripe tampoco. No tuvimos tantos muertos como en años anteriores.


Mis planes estaban más o menos establecidos: iría agotando las vacaciones, terminaría mi residencia a finales de mayo, recibiría mi último salario en junio, iría a casa (Ecuador) unas semanas. Volvería para trabajar el verano aquí... 

Hice guardia el 24 de diciembre. No fue una mala guardia. Valoré 17 pacientes. El ambiente en el hospital, tras casi 4 años de trabajar allí, con la misma gente, se convierte en un sitio donde casi-casi podría decir estoy bastante a gusto... 

Era enero.
Ahora sí era enero. Alejo, mi pareja, había planeado para nosotros un viaje a California. Sí, tenemos una debilidad por los U.S.A. y no me da miedo admitir que volveré siempre que pueda...
Era enero y ahí estábamos, en invierno, en la carretera. Un road-trip maravilloso con la mejor compañía del mundo: nosotros dos. San Francisco, Yosemite, Sacramento... Mariposa... todos esos pequeños lugares a los que nos llevaba el GPS.
Fue un viaje especial. Así como es mi vida desde que lo tengo a él a mi lado.


Volví al trabajo. Las ganas de trabajar siempre son bajas cuando regresas de un gran viaje.

La vida del médico de familia, desde el centro de salud, no es demasiado pesada aunque supone sus desafíos. Tengo mi consulta propia, los pacientes a los que voy conociendo y hasta un grupo de entre ellos a los que he terminado por sentir cercanos... No me va mal desde aquí. Tengo un horario bastante bueno, un ambiente laboral que (gracias a que mi tutora es sencilla/complejamente genial) es entretenido... pero algo tenía aquel enero que no terminaba de cuadrar con la costumbre.


"Hay algo en el aire ¿no?" decía mi tutora a días, mirando al mismo puerto de Mahón.
"Sí, los pacientes tienen unos cuadros medio tontos ¿no?" le respondía señalando esos motivos de consulta de "me siento como raro..."




"Ya veremos qué pasa este año" le dije un día, recordándole que durante los años de residencia yo llevaba una racha para eventos inesperados:
1er año: intenté dejar la residencia porque no me sentía a gusto con nada
2do año: mi pareja sufrió un accidente que pudo ser mortal, pero solo le dejó fracturas... y un proceso de recuperación algo largo, pero milagroso pues secuelas quedaron pocas.
3er año: la obligación de terminar la especialidad. Me iba a ir en primer año, pero tras el accidente era obvio que dejarlo todo no era la opción inteligente, así que tercer año fue para recolocarme en vida y agarrar paciencia para continuar.
4to año: amenazaba desde el segundo año con que este era mi año quirúrgico, que terminaría por perder mi apéndice o algo así, para cerrar con broche de oro todas las aventuras de los años pasados...

Era enero. Y le conté a mi tutora que planeaba irme de vacaciones, de nuevo, en febrero... A visitar a mi hermano menor que estaba estudiando Ingeniería de alimentos en Italia... en Bolzano...

CRÓNICAS DEL COVID19


CRÓNICAS DEL COVID19

Hace mucho que no publicaba nada por aquí. Razones eran y siguen siendo muchas las que me mantienen un poco – bastante – alejada de este medio virtual.
Quienes me conocieron, conocen o saben qué hice con mi vida después de todo, sabrán dónde me hallo ahora.
Los que no, pues permítanme hacer una “breve introducción a mi persona”.


Nací en Ecuador, en Quito. Toda mi vida se ha direccionado en la búsqueda de mantener viva mi pasión: el arte. Escribo, pinto, dibujo… no sé si soy buena o no en ello, pero es mi pasión, mi verdadero amor es el arte.


Estudié Medicina (y terminé la carrera a pesar de todas las quejas con que viví esos años). Tuve múltiples intentos de abandonar la carrera, es verdad. En último año, cuando había perdido toda la fe en la naturaleza humana, en mi futura profesión y en general, con todo lo que va vinculado a ello, conocí a un equipo de médicos que hacían Terapia del Dolor y Cuidados Paliativos en el que ahora llamo mi “Hospital Hogar”: el HGM 1 (Hospital General Militar).


Entre la vida militar y las locuras que conlleva el último año como estudiante de medicina, entre haber vivido en la selva durante unos meses en otro hospital militar y todos los desvaríos y aventuras que pueden imaginarse… “terminé por terminar” la carrera.

Mi trabajo final para graduarme (con mi mejor amiga, Martina) fue sobre la morfina… y luego vino el salto de continente.

Me decidí por Medicina de Familia en España (porque era uno de los requisitos para estudiar a posteriori Cuidados Paliativos).

Viví en Madrid un año mientras me preparaba para el examen de especialidad en este país y, tras conocer a mi contraparte (mi pareja, Alejo) vinimos a vivir en Menorca, uno de los pequeños encantos que tienen las Islas Baleares… 


En pleno Mediterráneo y viviendo frente al mar (yo que soy de montañas y selva y jamás me gustaron las playas ni el calor…) estoy apunto de terminar mi especialidad.



¿Qué cambió, entonces, respecto a los planes de vida que tenía?

- Que no sabía que Medicina de Familia, en España, era sinónimo de Urgencias también. Este país por curioso/lamentable que resulte, no tiene reconocida la especialidad de Urgencias como tal, así que somos los médicos de familia quienes ejercemos en esa trinchera. Yo, que me juré jamás volver a poner un pie en urgencias… Aquí me tienen, haciendo mis guardias exclusivamente en Urgencias hospitalarias (aunque también tengo la opción de hacerlas en centro de salud… pero así soy, una contradicción en mí misma).



- Cuidados Paliativos dejó de ser mi principal objetivo y durante una temporada consideré hacer el masterado en Acupuntura y medicina tradicional china.

- Yo, que juré nunca más volver a presentarme a un examen de oposiciones… ahora retomo la idea de presentarme para una segunda especialidad.

¿Y en medio de todo esto? Una pandemia viral...


¿Por qué he decidido retomar el blog?

Pues recordé que este medio era mi "diario"... que aunque tenía un diario que llenaba a mano (cosa que tampoco hago ya) esto del BLOG me supuso en más de una ocasión gratos encuentros y reencuentros con gente, ideas, locuras, en medio de la "revolución social" en que vivimos... 

Este espacio era mi sitio, mi trocito de libertad digital... así que, mientras me duren las ganas, contaré como es que estoy viviendo, en primera línea, esto que parece un día de los inocentes perpetuo..

Señoras y señores, Jaramillo desde acá.