martes, septiembre 27, 2011

Novedades musicales en Quitolandia

Semana pasada: dos grandes de la música.
Hoy: una descarga de cansancio que me hará poner preposiciones y adjetivos en lugar errados... veamos cómo me va.

Semana pasada (Miércoles): Fernando Delgadillo en Quito. Con invitaciones. Invitaciones agotadas. Conseguí las que necesitaba gracias a una poca de influencia y muchas, muchas, muchas ganas de hacerlo.
Personalmente, soy una adicta a la "canción informal" y nunca creí que iba a pasarme, pero ahí me tenían, como un trapo en el asiento, llorando en la parte final de "Julieta". Digo, no es que me guste tanto la canción, pero la voz de Delgadillo, sus acordes en vivo, la magia del lugar, hicieron que se me quiebre la garganta y se desborde todo lo que podía ser líquido en mí, en ese momento.
Canciones nuevas, canciones viejas... luego otra vez yo gritando por escuchar "Tu Prisa"... en buena hora la cantó.
Dos horas de concierto pero me queda toda una vida para ser feliz recordándolo.

Semana pasada (Sábado): Concierto de Pedro Guerra. El primer concierto que el canario daba en mi país. Canciones viejas, sobre todo las más conocidas... Y vaya calidad de ser humano, tan sencillo, tan carismático... Creo que lo más impresionante de la noche fue cuando nos dijo: "Mi padre escuchaba bastante música latinoamericana... y yo, ayer, me enteré que una canción que la escuché durante toda mi infancia, resultó ser ecuatoriana"... Y nos salió con la "Vasija de Barro" para contento de la audiencia.
Basta con decir: PALCO SEIS + EXCESOS DE EUFORIA


En las noticias locales y avisos parroquiales, estamos de vuelta a la Ginecología (no Obstetricia, gracias).
Quirófano de Emergencias del hospital público más importante de la ciudad... trepanos, correciones óseas. Fentanilos... muchos fentanilos, remifentanilos, efedrinas, epinefrinas, catlones, muchos catlones... sangre aquí, sangre allá... llenar papeles de anestesiología, aprender a llenar esos papeles... errar, errar y seguir errando.
A la final, uno aprende después de tanto...
Siguientes semanas serán en el hospital oncológico y el CETS (Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual)... Y Paptest a millares surgir... Antibióticos, muchos imidazoles...

¿Han notado lo bonito que suena "imidazol"?... Me hacen pensar en tabletas parecidas al amanecer...

Bueno, pues eso... No tengo más tiempo de nada que no sea dejar abrazos por escrito para quienes suelen pasar por aquí.
Septiembre va menguando y llega, por fin, mi mes favorito... Aunque no tenga otoños esta ciudad, Octubre llegará con lluvias y con lluvias llegará mi tranquilidad, mi alegría... Me gusta el gris, me gusta la humedad y me gusta, sobre todo, el frío andino que recorre por aquí.

LaBelén de todas las direcciones

viernes, septiembre 09, 2011

Viernes con sabor a fracaso // Fotografía: Ella, Gaviota


Mi banda sonora de este viernes ha sido producida por Joaquín Sabina.

De entre las cosas más llamativas resalto hoy que me topé al azar, en la calle, con un libro olvidado. No me imaginaba que fuese Oliverio Girondo el autor de esas páginas, ni que se abriera el libro en su relato del Jueves Santo.

No sé bien si estoy febril o post-traumática, si llevo intoxicación de amores o de nicotina, no lo sé. A lo mejor es solo mi padecimiento de los jueves: los que fueron en los que fui, los que fueron sin mí y los que van a ser conmigo aunque no pueda estar en todos ellos.

Apenas bajé del autobús encendí un tabaco y tomé la misma ruta que tomo para volver a casa desde hace más de 15 años.

No sé bien si hoy tengo excesos de filosofía o alguna enfermedad del DSM-4.

El anciano con el que evito cruzarme en la calle de mi casa pasa golpeando las flores de mi entrada con un palo seco. Y entiendo su enojo, su frustración, su impotencia.

Llegar a una casa donde solo me esperan recuerdos es casi tan dulce como la llovizna de septiembre en mi país.

Las flores siguen y seguirán floreciendo aunque ella no esté aquí. Llegará diciembre y ella volverá, pero hoy no está y yo quisiera no estar tampoco.
Sí, seguiré mirando como la vida pasa del otro lado de mi historia, haciendo acrobacias mientras estoy rendida, jodidamente cansanda, jodidamente gris.

Absurda como mis ojos, desorientada como mis manos, silente y apresurada, paranoica (si cabe la palabra en mi telegrama mental)

No lo sé. Alguien olvidó a Oliverio Girondo en la calle y yo, yo me he olvidado hoy un poco de mí.