viernes, diciembre 14, 2012

Va por ustedes, por todos!

Los finales de los que no hablamos

Hace casi seis años, un día de agosto, empecé la carrera de Medicina en la Universidad Católica de mi ciudad.
No recuerdo nada demasiado claro de aquel día y es precisamente por esa razón que imagino que tampoco debería hacer demasiado énfasis hoy... Quizá estaba allí, yo, llena de emociones y de fuerza, de ganas y planes... Sintiendo que el mundo era un sitio seguro, que mi vida había avanzado de formas adecuadas, que había crecido y que tenía a mi alrededor todo un universo de probabilidades y oportunidades que debían ser vividas.
Quizá caminé un trayecto como el de hoy, quizá olvidé mirar detenidamente el cielo, quizá olvidé disfrutar del paisaje, del sonido ajetreado de Quito, de mí.

Seguramente llegué temprano, como hoy. Seguramente vestía un jean y una camiseta negra... como hoy. Quizá estaba recogida el cabello, maquillada exactamente igual a cómo lo he venido haciendo desde hace más de 6 años.
En aquel entonces, yo no era del todo feliz pero me sentía de un modo muy similar.
Los problemas que iba a afrontar al chocar mi realidad post-Europa con mi realidad sentimental-familiar... lo inesperado de las profecías, el desequilibrio disfrazado.


La primera persona de entre mis compañeros con la que hablé en esa facultad, no la recuerdo. Fue una chica, en el ascensor, que también empezaba la carrera... No supe jamás su nombre y, en realidad, creo que después de aquel semestre jamás la volví a ver.
El segundo personaje con que me topé en la facultad fue (y es todavía) un de los tipos más geniales y leales de este mundo.
Aquel lunes hablé con él en un aula de clases... y hoy, tras tanto, me vi comiendo con él en un centro comercial del sur de esta ciudad.

Las cosas sucedieron como se supone que suceden cuando son reales, de modos caóticos a veces, de formas inesperadas, maravillosas la mayor parte del tiempo... Conocí gente que es invaluable, tuve el apoyo de muchísimas personas, los abrazos de todos ellos... quizá el tiempo, la misma carrera, nuestras experiencias nos distanciaron, pero yo guardo muy en lo profundo, si no los nombres, al menos la sensación de bienestar que compartí con cada uno.


Habrá sido el segundo semestre cuando conocí a Martina y a Michelle. Y no sé cómo se forjó la amistad ni cuando las llegué a querer tanto, desconozco por completo cuándo fue que pasaron a ser mi familia, cuándo es que se volvieron tan importantes... Pero les agradezco abiertamente por los millones de instantes que hemos vivido.

Mi relación de aquel entonces, una de las relaciones amorosas más hermosas que he tenido, supo estar a mi lado durante prácticamente todo ese tiempo de medicina, de libros, de malas noches, del semestre perdido, del quiero-morirme-o-abandonarlo-todo... Xavier fue la razón por la cual conseguí avanzar con convicción, con fuerza de sus manos, con su apoyo incondicional... todo el amor que nos tuvimos, todo el amor que nos entregamos. Sé que quizá él ya nunca lea esto, pero desde lo más sincero que tengo, solo alcanzo a agradecerle hoy por todo. Sin él, definitivamente estos años me habrían parecido una tortura, una soledad a plazos de suicidio...

Sara, la hermosa, la mujer más importante de mi vida, también me brindó desde Baires todo lo que siempre necesité... Ella fue mi soporte y mi sustento, mi único aliento cuando todo parecía un infierno... Ella fue quien me ha dado ánimos de la forma más intensa, de la forma más constante a lo largo de un decenio de mi vida. Y ahí, cuando empezó toda esta historia, ahí la tenía a ella a kilómetros de suspiros y de distancia... Hoy, la tengo en mi ciudad... Y a veces, casi siempre, la tengo en mi cabeza y en mi corazón. Su perfume está en el aire y en la paz que respiro cuando pienso dos veces antes de explotar... Mi Gaviota...

Y Vanessa, mi Catira... la hermana que me conseguí en territorio europeo y que nunca ha salido de mi vida pese a los silencios. Ella también estaba conmigo aquel primer día de clases, desde su natal Venezuela, pero estaba conmigo, recordándome que ya nunca más iba a sentirme desencajada en este pedazo de mundo...

Andrés, mi flaco del cabello loco, se convirtió en mi amigo-esposo un día en Bélgica... y desde entonces, es el único hombre al que puedo llamar "amor" a gritos, sin haber tenido jamás nada carnal, nada que no fuese una amistad irracionalmente bella. 

Juan Sebastián, mi "gato"... es otro de los personajes que un día, en la cafetería, rondando el segundo año de medicina, me cautivó con su forma de ser tan desbaratada y sincera... y desde entonces, con el par de besos y la amistad bien sentida, es el único hombre con el que me hubiese acostado en épocas de lujuria, sin sexo, sin "hacerelamor" sino con amistad... Nunca sucedió pero sé que en el hipotético caso de que hubiere ocurrido habría sido como un abrazo con menos ropa.  

Muchas cosas han cambiado desde aquel primer día de clases... hoy estoy cansada, aburrida, fastidiada. Ya no tengo ánimos sino prisa, mi ropa es dos tallas más grande y ahora uso lentes para corregir mi astigmatismo y mi miopía generados con el tiempo y la lectura.
Mucha gente vino y se fue de mi lado, a muchos olvidé y muchos me olvidaron... 
Pero aún así, con los giros del mundo, hoy día que salgo de esa Facultad cargando el fin de una era, agradezco a todos por todo lo que hicieron o dejaron de hacer en su paso por mi historia.

No soy una persona precisamente estable, ni soy el mejor modelo a seguir de nada... me caracterizo por tener un humor inciso, una actitud cabreada y una extraña forma de hacer el ridículo a conciencia todos los días... Pero hoy, hoy que debería sentir que celebro algo, lo único cierto es que tras todo el sabor a fracaso que tengo encima, sé que he logrado algo conmigo misma... y mucho se lo debo a esa gente que está, que estuvo, que algún día fue mi todo, que me odia, que me quiere, que me ha olvidado.

Hoy salgo de esa facultad de medicina, de incomprensiones, de desesperación, de inestabilidad de sueño, de horarios inhumanos... hoy salgo de ese lugar que me atrapó y me robó la vida, que acabó con la mitad de lo que pude ser... hoy salgo, no sé si más arrepentida que orgullosa... pero salgo al fin y al cabo... Casi ya siendo Médica... casi ya con un título de que puedo ser útil para algo que incluya urgencia.
Hoy salgo, salí, caminando despacio como el primer día, pensando en cosas que probablemente no voy a recordar jamás...

Salí sola, como el primer día que entré... sola conmigo, con Sara, con Andrés, con Vanessa... sola con Martina y Michelle y Monsermín... Sola con Ramadán y Terán, con los recuerdos, sola y con cefalea frontal, sola y con apuro de no tener prisa, sola y cargada de la misma nostalgia, de la misma incongruencia bipolar... Sola y con Saavedra que siempre ha sido mi fantasma de alegrías y cordura, sola y recitando un Pérez Vallejo como hace años...

Salí, diciendo adiós bajito en cada aula, en cada piso... salí agradeciendo lo que no puede agradecerse.

Hoy se terminó mi pregrado de Medicina. Me espera todavía demasiado por cumplir, demasiado por arrepentirme.


Se terminó y estoy de nuevo aquí, frente a la pantalla de un computador, comiéndome las horas y el desamor. Estoy aquí, con la confianza puesta en los que confío y con la desconfianza puesta en todo el resto... Estoy aquí, haciendo ilusiones y maletas, sonriendo por el pasado que perdí y por este futuro de mierda que no me tiene nada listo... por este presente que sigue dejándome al margen de las cosas importantes...

Pero se terminó, joder... Y creo que valía la pena botar este mal trago en este sitio que ha sido mi guarida... que seguirá siéndolo...

Oficialmente Interna Rotativa
Oficialmente libre de todo mal
Oficialmente Belén y absolutamente Jaramillo Robayo
Oficialmente convencida que me equivoco demasiado en el amor.
Oficialmente segura que necesito vacaciones de todo.
Oficialmente agradecida con ustedes, con todos.
Bipolar, como es costumbre.
Yo.


viernes, noviembre 30, 2012

Noviembre desde la lluvia

Esa soy yo, desde la ventana de mi habitación, mirando al oriente... Siempre mirando al oriente...
Mi vida está como anestesiada, en pausa... El cielo está repleto de lluvias y bostezos...

(He modificado la entrada porque a diario me doy cuenta de que entrego demasiado sin recibir un comino de nada...)

Esa soy yo, mirando como siempre, sola, el universo...

martes, noviembre 20, 2012

Finales de Noviembre


Hoy, salida a prisa del sueño, aferrarme a un tubo metálico de autobús con miles de manos por antecedentes, con historias a medio contar. Mi viaje se da en un escenario a lo Macondo, repleto de olores, de temperaturas, de bostezos.

Luego, el día transcurre desde un cuartucho de hospital, lleno de nada, con manchas en las sábanas, con desprecio hacia todo, con ganas de explotar. Es el cotidiano.

Más tarde, despliegue de incertidumbre, me veo sentada frente a un banco de preguntas para las que, definitivamente, no tengo respuesta.

Esto de extrañar me tiene incompleta, desatenta. Y me importa un pito (Oliverio dixit) que hoy me juzguen, me dejen plantada o simplemente me ignoren. Hoy me importa nada que se acerquen los días de fiesta, los pretendientes y los ganadores del título "me vales un carajo desde hace tanto", hoy no me importan los influjos hormonales del medio ni que las botas tengan la suela delgada no apta para seguirme el ritmo.

Hoy no me importó nada que no fuera convertir a los satélites en los mecanismos de mi devoción, en hacer de mis intentos una llamada  satisfactoria, una que me lleve hacia tu voz, a tu existencia.

Malditas señales de telefonía inexacta, estúpida hora en que la gente pretende meterme en el saco de sus propios defectos... el reflejo íntegro de sus inseguridades, mi mala memoria por retener palabras y suspiros...

Hoy, día de noviembre impreciso...

jueves, noviembre 08, 2012

Ilustrando en jueves

Y bueno, una ilustración rapidísima para la tarde... Jugando con acuarelas porque no tenía ganas de estudiar...

Sí, lo sé, hoy no tenía ganas de retratar nada... es una ilustración, no nada realista.


Baietz a mis vivos...
Belén

martes, noviembre 06, 2012

Respuesta al siquiatra




"Alguna vez, un siquiatra desconoció mi existencia física. Lo supe porque el día que falté a su clase, le siguió hablando a mi silla como si yo estuviese ahí"
Confesiones de mi compulsión


Hoy doy fe mi existencia probable porque gasto y desecho toallas desmaquillantes y acumulo envolturas de dulces en los cajones de mi armario.
Lógico, solo alguien que exista de verdad puede llenarse la vida de azúcar, recuerdos y nosequés.

domingo, noviembre 04, 2012

4 de Noviembre, 2012


A Carlos López
Quedan en mí dos o tres momentos.
La luna se cierne sobre mi cuello
¡cuánto duele esta soledad!

Desprovista de tu cuerpo,
avanzan mis manos, en silencio,
hacia donde reposa el vacío de ti, en mis adentros.
Me rasguño el vientre y sangro al no sentirte,
mi sexo se humedece porque llora
y me tiemblan las manos y los talones,
se hace el desequilibrio en mi cadera
y tambaleando entre promesas
alcanzo tan solo a preguntarme
¿dónde estarás?

Quedan aquí,
sobre las sábanas que nos han protegido de la vida,
mi llanto frío, mi desesperación,
la saliva con que mojo cada pedazo de tela mordido,
todas las sombras de nosotros que quieren despertar.

Aquí, destrozada en la cama donde te necesito,
abrazo al tiempo que es el único que puede
salvarme 
cuando muero un poco de tanto extrañar.

sábado, noviembre 03, 2012

18 octubre - 2012

No suelo entrar en shock. Realmente hay pocas cosas que puedan sorprenderme, sobre todo si están directamente relacionadas con mi carrera.
Sin embargo, ayer me di cuenta de los niveles de sorpresa que puedo manejar, de aquellos que no logro exteriorizar y de cómo me termina afectando, todos los días, la vida y la muerte a las que enfrento y con las que convivo.
Algo tan simple como cancelar la orden de tu pedido en el restaurante antes de salir corriendo, me parece lo más adecuado, educado y lógico. Sin embargo, no pude hacer esa conexión mental ayer y fue Martina quien me puso algo de orden a la tarde.
Era medio día, me habían anticipado mis familiares que mi tío abuelo había sufrido un infarto cardiaco y que estaba camino al hospital donde yo trabajo.
Me dijeron que estaba estable y que ellos llegarían en lo que bordeaban los veinte minutos. No me preocupé y es por eso que decidí salir a almorzar.
Antes de comer, recibí la llamada de mi madre diciendo que no era un infarto, que había sido un aneurisma y que debía yo volver al hospital, a la unidad de críticos.

Realmente no tuve taquicardia, ni respiración agitada, no temblé, no gesticulé, pero tampoco estaba pensando claro. Martina me dijo: dale, cancelamos la orden y te acompaño. Aunque asentí con la cabeza, no estaba comprendiendo de qué se trataba todo hasta hoy al despertar.

Llegué a la unidad de críticos, entré sola porque estaba con el uniforme y el mandil, así que me abrí paso entre todas las barreras de seguridad y bioseguridad que existen en el sitio. Al llegar, me topé con una imagen que me es familiar, que me es cotidiana: un paciente desnudo, cubierto por esa horrible prenda azul que disimula la piel, con una cobija verde, conectado a un aparato que muestra los signos vitales. A su lado, dos mujeres llorando y mirándome a los ojos como si yo pudiese en algo revertir la situación. Aquellas mujeres son mi tía abuela y mi prima, mismas que sujetaban con fuerza las manos del cadáver que resultaba ser mi tío.
"Enrique, ya vamos a la casa" le decía con verdadera angustia mi tía Fabiola, sin poder contener las lágrimas.
"Papito, papito querido, todo va a estar bien. Despierta papito, ¿quién le va a ir a ver a la Fabiana?" así le decía mi prima, refiriéndose a la nieta de mi frío, pálido, tío Enrique.

Lo vi, miré sus ojos y supe que tenía ya muerte cerebral. Si había aún latidos cardiacos eran los residuales, los últimos que da el corazón antes de que se le agote la energía. Y miré el electrocardiograma, y vi esa estúpida ST en supradesnivel... y vi como iba empeorando, como empezaban las fibrilaciones y como finalmente se detenía la vida frente a mis ojos una vez más.

Hice salir a mis familiares y el médico que recibió a mi tío me contó que todo había sucedido de forma demasiado rápida. " El paciente refirió que un primer dolor empezó a la madrugada y un segundo le llegó más tarde cuando fue a la farmacia a comprar algo para un supuesto dolor abdominal. Yo creo que fue un aneurisma, pero eso solo lo sabremos si hacemos la autopsia, Doctorita"
Lo miré casi sonriendo porque me causa todavía gracia que crean que estoy ya graduada. Sin embargo, le dije que dudaba mucho que los familiares quisieran autopsia y que, además, yo era sobrina del fallecido.
"Revísale abdomen" me dijo "hay una masa ahí que todavía debe estar palpitando".
Durante mis años de carrera, he desvestido y vestido a muchos cadáveres, a una cantidad abismal de cuerpos que mueren por miles de causas distintas. Siempre guardo el mismo respeto para todos, incluso ayer, cuando tuve que ver el cuerpo desnudo de mi tío y constatar haciendo maniobras y presionando por todo lado, que había una masa a nivel abdominal que no era compatible sino con un diagnóstico como el que el médico Carlos Flores tenía ya pensada como causa de muerte.

"Se le accidentó el aneurisma. Se le cortó la aorta" Me puse a pensar en los libros, en la fisiopatología de las cosas, en la génesis de los problemas, en la carga hereditaria que un aneurisma tiene, en la clínica manifiesta. Le agradecí a Carlos y salí a ver a mi familia que lloraba desconsoladamente afuera del área de críticos.

"Tú y el Favio tienen que hacerse una tomografía contrastada para ver si no tienen el mismo aneurisma". Eso le dije a Soledad, mi prima, que no estaba aquí ni en ninguna parte.
El día sábado iba su pareja a pedir su mano y mi tío estaba tan contento que para hoy tenía planeado ir a comprarse un traje nuevo y el champagne.

En realidad no sé si lo que duele es la vida o la muerte, no sé qué me indigna más al final de cuentas...

Luego, a consolar a todos los que iban llegando... y yo, que no tengo más poder que el de cualquier trabajador de salud en el hospital, me di el trabajo de ubicar a mi familia dentro del hospital, haciendo que pasen a zonas donde normalmente no es permitido el paso y llevando a mi tío a la morgue.

Tuve que hacer el papeleo, averiguar cómo diablos conseguir un acta de defunción, qué criterios debía tener el acta, cómo llenarla, qué otros trámites más pide la burocracia para legalmente poderse llevar uno el cuerpo de un ser querido, de un familiar... de otro cadáver más en la memoria de mis años de estudio.

Tengo esa dicotomía extraña... el 50% exacto de mí sentía pena por perder al hombre que catalogué como "el que sabía todo de las plantas y la geografía y al que seguían los animales y niños". Pero el otro 50% se sentía trabajando, analizando las causas de muerte, lo que debía seguir a esto, buscar cómo ayudar a la familia del muerto, agilitar el proceso, buscar quien formolice el cuerpo, conseguir las autorizaciones pertinentes tanto para el ingreso a la morgue como para la salida del cuerpo en el ataúd.

Mientras corría de un lado a otro, explicaba a todos qué era un aneurisma y porqué no hubo (en teoría) nada qué hacer, entre que perdí el hambre y me empezaba a indigestar de ansiedad y frío, mientras todo sucedía, deseaba que mi casi-esposo estuviese conmigo.
Hubiera querido que mi Carlos esté ahí, para darme un abrazo, para acompañarme en ese instante de inseguridad mental que tuve, de desconocimiento de todo.
Además, sentirlo es confirmar que mi vida a su lado es posible y que si me muero, habré tenido razones más que buenas para haber vivido.
Y pude ver, sí, que a pesar de todo, mi tío murió feliz, tranquilo, dejando todos los pendientes que un padre puede resolver en la vida... hizo todo lo que debía y vivió fantásticamente.

Vivían en Machachi, una zona rural cercana a Quito donde todo el tiempo se cultiva todo lo que uno desee. El clima es frío, pero la tierra es fértil gracias a las erupciones volcánicas que caracterizan a mi zona sierra del país.
Fumó al menos unos 50 años, más de veinte tabacos al día y tenía los pulmones en mejor condición que yo que solo fumo uno o dos al mes. Nunca tuvo infecciones a nada, en 79 años de vida recién cumplidos una sola vez tuvo una crisis de "gota" y jamás conocíó las infecciones urinarias ni las gripes devastadoras.
Un tipo sano, jodidamente sano, que se valía por sí mismo, que trepaba árboles y bajaba orquídeas para su mujer que es gran coleccionadora de las mismas. Un tipo que todos los días desde hace más de 40 años, le preparó a su mujer el desayuno y se lo llevó a la cama, que siempre hizo lo mismo con sus dos hijos, que nos llevaba en las noches papas fritas y a la mañana chocolate con leche y pan recién horneado.
Estaba más sano que cualquiera de nosotros... pero nunca supimos del aneurisma.

Al caer la tarde, tras seis horas de yo ir corriendo por todo lado y mirando la agonía en el rostro de todos, me senté un momento a abrazar a mi mochila y mirar a mi alrededor.
No me sentía parte del grupo pero podía sentir su dolor.
Cada uno de los presentes comentaba su versión de las cosas, las últimas palabras que oyeron del tío Enrique, del "Ñaño", de don Quique, del tío Djica, del ahora "pobre viejo" y "papito amado".

Subí un momento a la sala de críticos donde había estado mi tío y me llené con esa sensación que solo el médico puede usar para sentirse mejor. En el cubículo donde horas atrás arrancaron las agujas del cadáver de mi pariente, ahora estaba una señora, entrada en años, a quien estaban por darle el alta y enviar a su casa.

La vida llena los lugares que va dejando la muerte. Pero la muerte llena los lugares que los vivos pierden cuando un ser al que aman se va.

Creo que a la larga, la muerte va ganando... pero es la vida que tuvimos, los momentos que regalamos, las cosas que hicimos, las que hacen que haber muerto haya valido la pena de todos.

Desde luego, como toda buena familia de los Andes, no podían faltar los relatos mágicos asociados al tema... y yo, que siempre prefiero evitarme esas situaciones que pueden fragmentarme el pensamiento y llevarme a recaídas de mi enfermedad, tuve que escuchar lo que prefiero dejar solo por escrito y no opinar más allá de lo necesario.

Mi prima, apoyada contra una pared helada de la morgue, me dijo: "sabía que algo iba a pasar. Ayer se murió el gato, con derrame cerebral".
Desde luego, no quise indagar más, pero ella siguió... "El gato que nos regalaste, el Inocencio, ayer se murió en la casa y el Enrique le llevó al veterinario para que vean de qué se murió. Cuando le abrieron, dijo el veterinario que fue derrame cerebral y que quizá fue un aneurisma".

Mi tío siempre estuvo al tanto de los animales así como ellos de él. No conocí ningún animal, de ninguna especie, que no se le acercase... las palomas iban a verlo, los mirlos le picoteaban la ventana de la cocina para pedirle comida, los gatos le seguían a todas partes y aparecían de la nada cuando escuchaban su voz, los perros le seguían...
Yo no sé con qué formas maquina la energía y el universo, pero sí creo que aquella vieja tradición nuestra, de curar enfermedades usando a los cuyes (conocidos como cobayas o conejillos de Indias) porque el "animal absorbe las enfermedades", quizá, y solo quizá, tengan una explicación.

Y así, octubre empezó a dejarme amargos momentos que yo no sabía iba a ser capaz de soportar...




domingo, octubre 21, 2012

Otro pedacito de mi libro "Confesiones de mi compulsión"

" Y siento pena porque él no entiende. No, no entiende que debajo de mis pensamientos existe un mar de intenciones, un universo de probabilidades que empieza a arrojar, con cada nueva ola, lo que podría significar una despedida definitiva.
No. Él no entiende mi silencio ni mis frases entrecortadas. Tampoco es capaz de entender mi llanto.
Él existe para él, para sus obsesiones... él existe en la medida en que es juzgado por su propia cabeza y en la demanda que le sigue a ese mero hecho de creer que existir significa estar físicamente.
En lo que a mí respecta, él no ha estado nunca conmigo y dudo, de verdad dudo, que un día sea capaz de conseguirlo..."


Capítulo: Carta a deshoras

Confesiones de mi compulsión

sábado, septiembre 22, 2012

De regreso // fotos by Me


La iglesia de San Francisco de Quito, un día cualquiera, una noche cualquiera.

Han pasado muchos meses desde que dejé de escribir aquí. Desde luego que muchas sucedieron desde entonces, pero solo vale mencionar aquellas que más cambiaron el curso de mis días.
Empecé a recibir terapia farmacológica porque empecé a ir al siquiatra. El trabajo en el que me encuentro no es precisamente el más placentero ni relajante de la vida... La vida de médico enloquece y si le agregamos la pizca de locura innata... podría mentir diciendo que iba a buscar un suicidio, pero no lo haré. Hace unos seis meses entré en crisis depresiva y básicamente una cosa llevo a la otra y en estos momentos estoy tratando de controlar mi bipolaridad. Ya sabía que era bipolar, pero siempre me rehusé a la medicación.



"Mis primeros sicotrópicos"
En un inicio, los efectos del litio, los ansiolíticos (bromazepam) y el antidepresivo (paroxetina) fueron devastadores... juré más de una vez que no iba a morirme de bipolaridad sino por efectos adversos. Pero salí de eso, de ese estado de sedación a un estado de equilibrio nuevo para mí. Me gustó, sí, me gustó ser objetiva, no ser impulsiva, ser un juguetito de cuerda que se mueve por inercia y por física... Por eso hace unas semanas abandoné el tratamiento. Porque extrañaba ser quien soy.
Lo que está por venir aún es una incógnita respecto a lo que podría llamarse "mi salud mental" pero lo cierto es que me amo tal cual soy... y mi personalidad extrema no ha sido causa de disfunciones en mi vida cotidiana nunca... no sé aún si seguir o no "durmiendo" con las pastillas... si debo o no dejarme ser el animalito con serotonina alterada o una mujer promedio, con carácter promedio, con sentimientos promedio...
De todas formas, fue interesante sentir lo que para algunos es la "normalidad"...

Por otro lado, tras seis años de relación, mi enaquelentoncespareja y yo hemos terminado. Más bien, lo dejé. No sé si fuera efecto de la medicación pues lo hice en esa temporada de adaptación o el peso de las mentiras que le dije durante tanto tiempo, o la mezcla de ambas... pero lo dejé porque no podía más callarme las cosas que le hice.
¿Lo amé? Desde luego que sí... pero también suelo ser una vengativa de mierda que no sabe del todo perdonar las mentiras... Y cargué con eso durante 6 años más crisis de hipomanía y depresiones alternadas.

(Ahora mismo recuerdo alguna tarde, de su mano, comprando galletas en una panadería, mientras en mi ciudad llovía levemente... en serio que éramos felices...)
Las cosas salidas de control suelen descarriar universos. Decidí contarle la verdad respecto a todo y aunque intentamos mantener una relación amistosa, no duró más de una semana el intento y ya nunca volveremos a saber de la vida del otro. Me lo pidió, me pidió que no volviera a merodear en su vida y se lo voy a cumplir pues es lo menos que merece.

Detrás de cada sonrisa dicen que hay una razón... La mía ahora tiene nombre y apellido y como 8 horas de distancia en el medio de transporte más económico de mi país.
Y sí, es médico, joven... y aspira como yo a alcanzar algo en esta profesión que tenemos.
Se le ocurrió darme un anillo al poco tiempo de empezar a establecer nuestra relación... tenemos un compromiso, de algún tipo, con algún fin... un compromiso al fin y al cabo.
Por ahora solo sé que me siento bien a su lado, que me siento completa y que he empezado una nueva relación completamente sincera...
(15-12-2012:completamente sincera de mi parte...)


¿Literatura? ¿Arte? He tenido que dejar todo eso porque regresé a la vida de hospital... Y ahora estoy trabajado en el Hospital de referencia de mi país... Es decir, el hospital de especialidades más importante que tenemos...
Los horarios son terribles, el trabajo es pesado, la vida transcurre por fuera de ese lugar... 

No puedo extenderme, porque no quiero y porque no puedo...
Pero vuelvo... al final de todo, vuelvo.

martes, abril 10, 2012

Procrastinare humanum est

(no existe dedicatoria ni nada parecido.... mera actualización del blog en señal de procrastinación pre-sentarme a estudiar enfermedades tropicales)

Descubrí que no me gusta fumar sola,

que los días de lluvia sí me deprimen un poco

y que al final mis ganas de estar sin ti

se van, junto a las colillas encendidas,

en los ríos de agua que se ahogan en las alcantarillas de esta ciudad.

Si me preguntasen porqué lo hago, entonces,

tendría que inventarme un pretexto que no fuese evidente

y que resultase del acto tan primitivo

de frotarse las manos y esquivar miradas.

A la derecha.

Siempre.

“porque no le temo a la soledad

ni tengo miedo de encontrarme conmigo misma

a la vuelta de este verso”

Descubrí que me gusta relatar todo en tercera persona,

que me duele mirar el asiento del autobús cuando me bajo,

que tus labios conservan un sabor a distancias

y que, definitivamente, no tengo orientación geográfica ni espacial.

Y si me preguntan porqué estoy a tu lado,

maldita suerte,

tendré que recurrir a la sustitución de mi boca por mentiras,

al café sin azúcar y las galletas de migajas,

tendré que acusarme repetidas veces

hasta encontrar la manera de no tener que morir, necesariamente,

cuando confiese que no lo sé...

jueves, marzo 15, 2012

Bipolaridad en mi estado // foto: Cv, por mí


En lugar de armar carpetas con poemas y dibujos, ahora armo mi Currículum vitae para que me aprueben la tesis...


Sé que no son demasiados los años que tengo. Pero ya se sienten.
He pasado muy poco por el mundo virtual y eso jode. Pero creo que más joden las razones que, a veces, me suenan hasta equivocadas.

Ya es el quinto año de Medicina. Parece que fue ayer cuando tenía que madrugar desayunando anatomía y fisiología (materias básicas)... no me creo que hoy por hoy lo que tenga que estudiar sea el manejo integral de la enfermedad y del paciente. Las famosas Guías de Práctica Clínica.

Parece que fue ayer cuando bajaba del avión de KLM y me reencontraba con el pasado. Que dudaba si seguir con mis planes o abortar todo para seguir mis caprichos. Intuyo que escogí bien el camino porque pese a estar cansada, también estoy feliz.

(El tema de la carrera es uno que resalta en la primera página de mis novedades. Sé que esto sucede porque la carrera es con lo que más peleo.)

No son demasiados años los que vivo, pero se sienten. Estoy a punto de cumplir 6 años con mi pareja y eso tampoco me lo creo. Es impresionante ver que después de tanto aún conservamos esa vitalidad, esa frescura en la relación... quizá porque ambos somos jóvenes, pero también quizá es que nuestra relación demostró que puede soportar de todo.

A veces me siento "vieja" cuando miro a otras parejas de muchachos mucho más jóvenes que yo, caminando por la calle... o cuando me siento a la mesa y escucho a mis compañeros/colegas (los solteros) cuando hablan de buscar pareja.
Para muchos la aventura recién empieza... Y aunque pueda ser tildada de "demasiado optimista", yo siento que esa aventura en mi caso ya ha terminado.

Mis padres ya pasaron los 50 años. Están más cerca de la tercera edad... Mi hermanito menor ya llegó a la Universidad... El hermano menor de una de mis mejores amigas ya tiene su primera novia... La mayoría de amigos que conocí a lo largo de mi vida por cuestiones culturales están al borde de la jubilación... El tipo que me coqueteaba en el hospital donde estuve trabajando, tiene 58...

Sé que no tengo demasiados años, pero ya se sienten...



miércoles, enero 04, 2012

mail (Huilo Ruales) // fotografía tomada de la web: Huilo

"La literatura no ocurre ni en los dedos ni en las palabras sino en la manera de ver el mundo, conforme ve uno el mundo se expresa de una forma acorde con ello"

Así habla Huilo Ruales. Y yo no tengo certezas, tan solo soy testigo de mi propia historia.
Es cierto que cada nuevo año me empuja a refugiarme en las letras de Huilo. Pero no lo hago a propósito (o al menos eso quiero creer).

Hace un mes algún genio organizó en mi capital una Feria del Libro. Entre Kenzaburosoé y Orhanespamuk, también me topé con el "Pabellón B".
"Pabellón B" es un poemario delicioso, nostálgico, con resaca. Huilo siempre ha podido cautivarme pero más allá de eso, siempre aparece en mi vida por sorpresa.

Frases como "porque los lunes nos fumamos hasta las uñas" o esa que empieza con "O quizá los lunes no existen. O no están hechos de tiempo" son dos bocaditos que me los vengo masticando ya desde hace tiempo. No tengo nada con los lunes, soy una persona de jueves, lo saben bien. Pero... no sé, siento que hay un diálogo con el autor. Cada página de sus libros sirven para que yo los discuta, los engulla, los acuse, los ame, los aprenda.

No vine a poner un post que engrandezca a Huilo. Nada más vine a compartir... y sí, a recomendarlo, qué carajos... si alguien de entre quienes lean esto, consigue un Huilorualeshualca, le recomiendo que lo lean con un cigarro a la mano y con mucha, mucha, mucha entrega. Este hombre atrapa y luego, aunque te conceda la libertad, ya no quieres alejarte.

De todas maneras, empezando un 2012, además de desearles un buen mes de enero, les dejo de regalo (tomado literal desde la página 73) esta maravilla que se titula:

mail

por acá, ya lo sabes, tampoco escasean los lunes
enlunecidos, enlunados, enlonados, enluctuosos,
lunes de arañas y cuellos lívidos para vampiros
rumanos
lunes de enfermos que se saludan y vomitan ha-
cia adentro y que sueñan con una vida de pesca
en las gavetas bancarias.
santos y sacrílegos que se aferran al lunes como al
candado que los encierra y que podría liberarlos.
quién no se ha visto cara a cara los lunes como si
uno fuera por lo menos dos y los dos tuvieran el
rostro sin orificios para ver o gritar o respirar. el
rostro, una superficie lisa y gris como la nuca.
acá en los lunes funcionan una suerte de clósets
municipales en donde, sin pagar un centavo, se
entra, se cierra la puerta frente a un espejo sin
reflejo y se llora a mares. casi nadie los usa. to-
dos prefieren caminar pegados a los muros y con
los puños intentando solapadamente romper el
fondo de los bolsillos.
los teléfonos celulares en los lunes se multiplican
como abejas asesinas en las bocas, en las orejas.
de las radios chorrea sangre en polvo y la limpie-
za de las calles solo es posible con éter.
los lunes tienen la camisa almidonada pero el
cuello mugriento a causa de la sórdida fiesta do-
mingueña.
los lunes son los bastardos del domingo vesper-
tino que es casi como otro día aunque no tenga
nombre y que es un hueco, un intersticio por don-
de se atisba el otro lado de la corteza terrestre y se
olfatea de lo que es capaz la fuerza centrípeta.
los lunes hasta los amantes puros se convierten
en alimañas.
los lunes emergen como tenias por el ano del do-
mingo vespertino que siempre culmina convir-
tiéndose en pantano.
los insomnes saben de los sonidos terribles que
hacen las bisagras malditas, las toses mecánicas
de los lunes.
en esa madrugada, los locos y los poetas, que
con frecuencia suelen ser los mismos, escuchan
la desesperación de las sirenas y en el fondo del
silencio los sollozos de los marginados y el galo-
pe de sus corazones enloquecidos.
los lunes, en efecto la muerte propia o ajena re-
sulta dúctil
el cuchillo como en ninguna otra madrugada re-
sulta una prolongación natural del estremecido
brazo.
en los cuerpos dormidos los lunes ovulan enfer-
medades mortales.
en la bolsa de valores los lunes al alba se calculan
montañas de dinero untado en sangre.
cada lunes los escolares cantan el himno nacio-
nal, sintiendo en todo el cuerpo la primigenia
sarna de la desolación.
un lunes gregorio samsa amaneció convertido
en cucaracha.
marcel proust en un amanecer de lunes se dio
cuenta de que el tiempo era irrecuperable.
el tono de molloy lo encontró beckett un lunes
de bar que descubrió entre sus enormes manos
sedosas la estupidez de tener manos y en el pe-
cho una puerta abierta entre dos abismos.
sylvia plath y virginia woolf se adjudicaron de
mano limpia y propia su muerte un día que en el
fondo fue a todas luces un helado lunes
artaud edificó su locura contagiando de lunes los
martes, los jueves, las tardes, los habitáculos, el
opio, la palabra, la sonrisa helada de las vampiresas,
el desamparo de los emigrantes, los actores de sus
piezas que las asumían como si todo fiera lunes.
lunes helados, simétricos con las estaciones de
tren abandonandas,
lunes infinitos, serpenteados, siempre al margen
de los precipicios, por donde vuelven de la gue-
rra los soldados que no encuentran casa ni amor
sino un cráter
los lunes nacemos de espaldas y con el cordón
umbilical atado entre los zapatos.
tanto nacemos los lunes. tanto morimos y mata-
mos los lunes.