viernes, diciembre 07, 2018

Otro diciembre lejos de casa

Y a Quito le sobraron sueños como a mí me restan días... A mi ciudad, que es de espanto y discontinuos suspiros, le reclamo las heridas y las esperanzas, las ilusiones malsanas. Quito tanto duele como mata. Pero soy quiteña, como la pluma de Tobar García. Quiteña de vocación y por encargo, por genética y por recomendación. Dentro de po-Quito vuelvo a derramarme en sus venas, a poblarme de su locura. De esa esQUITOfrenia diagnosticada por la magia de la literatura.




Si a Quito le sobran historias
de he decir que a mí me faltan verdades.
Que en mitad del universo, de los cuentos que ya no relato,
tengo a mi ciudad latiéndome en la piel.
Quito, la verdadera conjugación de mi pasado,
mi horizonte predilecto,
el sinsabor de mi mirada, el retoño de mis párpados abiertos.

Si a Quito le sobran historias, a mí me faltan miedos.

Cuando despierto, arrebato de cordura en este firmamento,
tiendo a reacomodar mis pasos como un ajedrez interminable.
Y le sacamos jaque mate a mi nostalgia.

Mi esencia de fantasma, mi boca de vientos, llaman a Quito aún en sueños.

Y resisto esta tentación bendita de querer gritar,
arrancándome caricias a destajo
- Quito a cielo abierto
Un grito, una palabra desmedida, el luto del error que prolongamos
- Mi Quito tiene un sol grande
A mí me sobran llagas y me escondo en mi propia sangre
- Mi Quito es un edén de maravillas
Y cruzo las siete calles, como pecados capitales,
en algún zaguán olvidé tu nombre.
El Panecillo, sombra madre de la añoranza,
Quito se disfraza, Quito me olvida, Quito me reemplaza.

Si a Quito le sobran historias es que a mí me duele el alma
de ir llenando páginas de memorias que no dicen casi nada...