miércoles, julio 09, 2014

Fotos de Egipto (segunda parte...medio año después)

Entre los desastres de egresar de una carrera y tener que graduarse por medio de una tesis... y estudiar un idioma nuevo contra reloj (sí, italiano...) son cosas que definitivamente han acelerado el reloj de los improvistos.

Sin embargo, siempre procuro mantener este espacio como una breve mirada a mi vida, suelo conservar aquí pensamientos y fotografías de las cosas que considero representativas e importantes...
Así que nada. 
Dejo subidas las fotos de aquel enero donde mi vida cambió un poco para siempre...

Belén J.R.











































lunes, abril 28, 2014

Hablemos de Egipto...

Egipto, el país que siempre me cautivó. Desde muy pequeña, debo admitirlo, tenía una fascinación casi obsesiva con todo lo que se relacionase a los mundos antiguos, a las civilizaciones “perdidas”.
No sé cómo fui a dar con Egipto, pero supongo que todo remonta a aquella colección de libros Ariel Juvenil (que incluía ilustraciones) que tenía en los estantes de mi vieja casa de barrio céntrico. Aquellas fueron las lecturas con las que crecí…

Finalmente, luego de haber terminado los formales estudios de Medicina y estando en las vacaciones previas al año de trabajos forzados (AKA Internado Rotativo), mis padres me dieron el regalo.
Tomar el avión desde Madrid al Cairo o mejor aún, aprender los números en árabe en el viaje de Ecuador a España es algo sin precio comparativo alguno.

El Cairo, vista desde el avión. Todo en ellos, desde su iluminación, es arte.
El Cairo, capital de capitales, fue el primer loco encuentro con este mundo tan ajeno pero tan metido en mis recuerdos.
Desde luego que el aeropuerto no estaba cerca del hotel donde nos hospedamos, pero el viaje valía la pena. Era la noche cuando nos subimos en aquella minivan blanca y fue allí cuando conocimos al primer guía que tuvimos.
Gracias a la difamación que recibe Oriente Próximo por parte de los medios de comunicación, la temporada turística estaba casi en extinción y nosotros cuatro éramos el grupo al que se integrarían otras cuatro personas a lo largo del tour.

Las calles amplias y desordenadas, la arena del desierto recorriendo toda la ruta, el contraste absurdo de la sociedad… era imposible no notar que junto a un Ferrari del año pasaba un hombre viejo, con turbante, en su carro de madera jalado por un burro. Y a eso se deben sumar otras ocho filas de autos en una calle destinada a solo cuatro. Matemáticamente imposible, físicamente imposible. Pero quién soy yo para juzgar a las leyes esas que dicen que dos cuerpos no ocupan el mismo espacio al mismo tiempo… 
Ese caos egipcio es lo más parecido a la rebeldía de la ciencia. Lo juro.


Primera noche y yo solo quería dormir para despertar pronto. No tenía idea de la ubicación del hotel ni de la zona en la que estábamos hospedándonos. Y como en toda buena historia, la sorpresa no se hizo esperar.

Me quedé una hora más o menos desde el balcón mirando la vida ajetreada y perpetua de la calle en que quedaba el hotel. Luego supe que estaba en la Avenida de las Pirámides...


 

Lo primero que hice al despertar al día siguiente, fue volver a asomarme por la ventana y luego de casi quedar sin aliento, busqué mi cámara fotográfica para no perderme del instante.
Aquellas construcciones de las que se habla tanto, aquel símbolo con el que soñaba, que la gente atribuye poderes sobrenaturales, aquellas tumbas enormes son más emocionantes en vivo que en la imaginación. Así empecé a andar el primer día en las tierras de Horus y Anubis, de Isis, de Thot y por qué no decirlo, mías también por derecho a la locura.

sábado, abril 19, 2014

Las cosas que alegran, a veces, a estas horas.

Son las tres de la mañana. No puedo dormir. Estoy algo despierta por la medicación y la cafeína mezcladas.
Algo más ligera. Algo mejor.

El qué y el cómo de mis días se van haciendo visibles y luego transparentes. Ya después no puedo verlos más, pero sé lo que se siente cuando algo por fin llega a ocupar su todo.

Probablemente quienes deben leer mis entradas de blog nunca lo hagan, quizá siempre esté rodando por ojos que no conozco y en los que nunca me he reflejado. C'est la vie.

Hoy, después de algo así como dos años, volví a ver al hombre que fue el hombre de mi vida, de la vida que tenía antes. Quien fuera el compañero de mi vida durante seis lindos años. Probablemente los seis años que más me hicieron crecer.

Xavier está hermoso, radiante, en paz. Y yo solo puedo estar feliz por él, por verlo bien.

No concuerdo con todo lo que me dijo, pero sí estoy de acuerdo en las cosas más importantes, en los resúmenes de la conversación.

Volver a ver al pasado en otro tiempo solo puede generar dos tipos de consecuencias: aquella repulsión y disgusto que me generará aquel individuo que prefiero no mencionar (pero todos sabemos de quién se trata) y esta, de regocijo, de alegría, de serenidad.

Lamentaré siempre el no haber podido ser la mujer para su vida. De verdad que siempre me quedó rondando por la cabeza aquello de "que no estábamos en el momento adecuado de nuestra vida"... Quizá más viejos, con otras cargas, quizá así hubiésemos logrado salir.

Pero la vida es como debe ser cuando la hemos construido de esa forma. Y hablar con él, desde la sinceridad de dos viejos amantes, ha sido algo que me ha hecho refrescar mi vida, mi cabeza, incluso mi propio dolor.

Supongo que quienes fueron importantes en nuestra vida lo seguirán siendo por siempre. No necesariamente ocuparán el mismo sitio, ni tendremos las mismas condiciones que antaño... pero siempre será él la pieza que más hizo mover a mi vida, quien de un modo u otro me forjo y resulté en esto que soy ahora.

Somos lo que somos porque eso fue lo que nos hicimos. Mutuamente en nuestros días...

Y le agradezco, como siempre, por todas las cosas buenas que pasé con él... porque son más los recuerdos agradables los que tengo que cualquier otra cosa. 

Ya después, las coincidencias locas que nos regala la vida. Su mujer tiene el mismo apellido que mi pareja actual... Ambos terminamos con un López... lo cual tiene su gracia.

Un encuentro grandioso, de esos que no se van a olvidar.

Salud, León, por todo aquello lindo que tuvimos. Y por todo aquello que nos sucederá, a cada cual, desde su esquina.

De la puerta a la esquina... así se resumió siempre esta vida que me contagió de ganas de seguir.

Belén Jaramillo Robayo
Hoy bastante feliz.

miércoles, abril 16, 2014

Fragmentos del regalo de cumpleaños de EAPV... ya 3 años de ello y sigo igual.


Fragmento de un regalo, del poema que le escribí alguna vez al Poeta que me ha mantenido a flote de la cordura. Érase una vez el Poeta al que yo amaba... y que amo también.


"...
A mi bandera de pretextos,
a mi ebriedad de madrugadas y cafeína,
a mis gestos cotidianos les haría falta una buena dosis de ti
para que me resulte de una vez por todas
eso de endulzarme las mañanas con tu nombre
y esperar a que el chirrido de las tardes oxidadas
me devuelva la vida en tus suspiros.
..."

martes, abril 15, 2014

Al final de este viaje...

Abril ha regresado. Quizá con mi vida.


Así me veo ahora... tras una carrera de Medicina, el fracaso de todas mis relaciones... tras dejar a la poesía durmiendo y latiendo bajito, tras detener la literatura y comer mal...


Han sido muchos los días que vi pasar desde una ventana de hospital. Admito que más de la mitad de ellos me la pasé maldiciendo el haber escogido esa carrera como mecanismo de subsistencia para este mundo tan... amargo. No sé si cabe el término, tampoco sé a dónde fueron a parar mis ganas de seguir con eso, solo sé que hay cosas a las que uno desea adaptarse, otras a las que uno se adapta y otras a las que definitivamente no deberíamos adaptarnos.
Hace un año empecé el Internado Rotativo como penúltimo requisito para obtener mi título de médico. Realmente todo salió como quise, todo se me cumplió como yo quería que se cumpliera (en lo laboral, desde luego).
El 31 de marzo fue el último día que trabajé allí, en el Hospital de Especialidades de las Fuerzas Armadas... y vaya que salí con ganas de dispararme.

No fui hecha para un mundo tan vacío, no para soportar las pendejadas e idioteces del ser humano menos-que-promedio que me rodeaba. No, definitivamente NO estoy hecha para ser monotópica (hablar solo de la maldita Medicina) ni para perder mi vida entregándosela a todos los que asomen por la puerta del consultorio. 
No me malinterpreten, debe haber gente que no tiene más que entregarse y decir que este trabajo es su vida, que no conciben existir lejos de su profesión. Pero para mí, el trabajo es solo uno más de los aspectos de su vida. 

A medida que pasaban los meses, más me sentía fuera de sitio, más perdida y confirmando mi teoría que ningún médico promedio sabe medicina... todo es mero producto de la repetición y vana copia de lo que ven en sus superiores. Digo, al menos por ese lado, si bien mis madrugadas fueron extenuantes (algunas de ellas) nunca me excedí ni me desesperé por querer saberlo todo ni poder "controlarlo" todo respecto a la enfermedad, respecto a las patologías... 

A la mitad de mi año me fui a vivir en la selva ecuatoriana. Quizá la experiencia de convivir con militares en una ciudad de selva fue una de las pocas circunstancias en que fui realmente feliz, donde pude vivir, donde no estaba atada a horarios absurdos ni a estereotipos. O quizá sí, pero como nunca antes había tratado con militares por tanto tiempo y tan de cerca, me sentía en medio de algo completamente distinto y renovador.

Durante los últimos meses de mi año de Internado tuve demasiadas explosiones emocionales (supongo que producto del estrés y de mi condición) pero conté con gente valiosa que supo al menos escucharme. Sí, también para ellos fue una experiencia diferente pues no acostumbran que sus médicos en formación les pregunten sobre la vida y no sobre dosis o fisiopatología.
Conocí a mis médicos, conocí a muchos de ellos y les lloré mi vida durante las largas noche de guardia. Tuvimos conversaciones que nada tenían que ver con los pacientes, hablamos de nuestros sueños, de los fracasos, de las derrotas y de las alegrías que uno puede encontrar lejos del hospital. Y mientras más hablaba con ellos sobre quién era yo y quién quise ser siempre, descubrí que no estoy tarde para rectificarme.

Han sido un par de semanas de alejarme de lo que pudiera involucrarme con la medicina... incluso procuro ahora emplear la menor cantidad de vocablos médicos para comunicarme. Dicha de los que me rodean, desgracia para los que se sienten mis "colegas"...

No creo ser un personaje brillante, si acaso apasionada de vez en cuando, pero cómo enoja cuándo la gente que NO TIENE IDEA DE LO QUE HE VIVIDO se lanza los comentarios como "qué pena que no te quieras a dedicar a esto"... ¿Pena? ¿pena para quién?. He llegado a un nivel de hastío tal que me niego a pensar en qué demonios haré con el futuro laboral que me depara. Ser o no ser médico, la cuestión en juego es dónde queda mi dignidad y mi amor propio.

No quiero volver a tener que madrugar por un paciente, no quiero tener que hacer guardias de 36 horas consecutivas y pasar por hambre y sueño para no tener recompensa alguna detrás de ello, no quiero lidiar con jefes y sobre todo quiero ver a la menor cantidad de médicos en mi alrededor. Brillantes conclusiones para alguien que está inmersa en ese mundo (y para colmo, cuya pareja es médico y necio, sobre todo médico antes que nada)...

Así que, en eso me encuentro, tratando de rescatarme de mi propio olvido, arrancando las páginas de mi memoria, perdonándome los errores y tratando de resolver este pequeño contratiempo entre mi vida y mi felicidad.


¿Hacia dónde avanzo? Pues aunque no tenga claro qué quiero hacer con lo que reuní de material... sé que avanzo en dirección a Europa. Me he jurado y me he convencido una y mil veces que, pase lo que pase, trabaje en lo que trabaje, haga lo que haga, lo haré apuntando a ese continente donde mis sueños empezaron a crecer.

De lo demás, aquello que me modifica el diario PERO NO ME ALTERA LA VIDA... la relación con Carlos va a velocidades impresionantes (él no va a cambiar, yo no voy a cambiar... bienvenue, estática.)
La familia, un desastre habitual.
¿El dinero? Una cuenta con pocos números y hambrienta...

¿Las gatas? Vivas
¿La pintura? Tratando de resucitar...

Belén, a mediados de abril...
Practicando con el teclado antes de escribir la magistral tesis que ha de darme el título que no quiero, sobre algo que probablemente no me importa tampoco...

domingo, enero 12, 2014

Broken


Uno creería que las cosas que más se desean se cumplen. Esta vez quería ser feliz. Hice bien las cosas, incluso me forcé a ser mejor dentro de todo aquello que yo consideraba poco importante pero que para otros podía significar un mundo.
Me llené de ilusiones, de buenos momentos, de alegrías. Fui feliz, como siempre en todas las historias de mi vida. Fui feliz porque quise serlo y porque tenía a alguien que me acompañaba en el trayecto, alguien con quien compartía todo aquello que habíamos empezado a construir.
Pero cuando llegan las horas de la mentira, de la desconfianza, de la realidad (en otras palabras) todo aquello que parecía tan posible se convierte en algo que queda dentro del papel y que puede ser lanzado al olvido.
No puedo recuperar la confianza de un momento a otro, así como tampoco sé si logre olvidar aquellas palabras que se han tornado en ideas parásitas.
Estoy deshecha y sin haber tenido la culpa. 
Lo único que sé es que nunca logro ser suficiente para nadie... no importa lo que haga, no importa cuánto lo intente. Quizá es que he buscado gente demasiado valiosa siendo yo tan nada.

No sé si después de hoy queden las ganas de luchar por una relación donde estoy vencida, humillada, deprimida.
Tampoco sé si valga la pena quedarse.

La otra opción es estar/seguir sola, como la mayor parte de mi vida. Y en eso, al menos, tengo más experiencia que siendo feliz.

Belén Jaramillo, rota.