miércoles, noviembre 30, 2011

Otro crimen de lesa humanidad

Es miércoles y yo estoy llena de impotencia, de ira, pero vacía de lágrimas de tanto llorar.

Hablo portugués por varias razones, pero una de ellas es porque estudié ese idioma a mitad de mi carrera, durante el semestre "sabático" que me di.
El Instituto de Cultura Brasileño se encargó de enseñarme sobre el idioma pero, además, me hizo abrazar su cultura de un modo profundo.

Cuando estudiaba la geografía de Brasil, recuerdo que también nos dedicamos a la revisión (quizá bastante superficial, pero extensa) sobre los pueblos indígenas brasileños. Y claro que recuerdo al grupo Caiapó... de la zona del Mato Grosso y Pará. Me llamaba la atención la forma de de adornarse el rostro, no por la pintura, sino por la "deformación" del labio inferior.

Sí, mi interés por el pueblo quizá quedó hasta ese punto... hasta hoy, cuando el mundo donde estoy parada, cuando el mundo para el que "debo prepararme" y "trabajar por hacerlo algo mejor", me arruina de repente la poca estabilidad emocional que tengo...

(La fotografía muestra a uno de los líderes Caiapó, llorando, al recibir la noticia...)

La presidente brasileña, Dilma Rouseff, ha aprobado la construcción de la tercera hidroeléctrica más grande del mundo (recordemos que la segunda también está en Brasil).
La creación de esta obra, implica la destrucción de poco más de 400.000 hectáreas de territorio amazónico, el compromiso de los ríos cercanos al proyecto y, el dato que más pesa: la tortura directa a más de 40.000 indígenas del sector.
Tortura, sí, porque quitar tierras y privar de agua es, para mí, una tortura.

(Yo creí estar ya bastante corta de emociones... Muchas veces, cuando converso con la gente, les digo que ya solo me indigno cuando escucho noticias relacionadas con abuso sexual y tortura. Ni los asesinatos me afectan tanto como estos dos temas...)

Dormí toda la tarde. No han sido los mejores días en la facultad y no tengo tiempo para tratar de despejar la mente y equilibrar mi vida huyendo de la Medicina.
Hoy, hoy tenía un momento para enterarme de lo que ha pasado en el mundo mientras yo he pasado encerrada en los libros de neurología... y me topo con esto.

No puedo describir mi situación con otras palabras que no sean "se me desgarró algo por dentro" y "apenas vi la fotografía empecé a llorar y hasta este momento no he parado".

Me duele, me duele, aunque no lo parezca, me duele demasiado pensar que tanta civilización de mierda no sea capaz de alcanzar sus objetivos de una manera un poco más justa, menos criminal.

Nunca creí que existiese un jodido dios de nada y me reafirmo en eso. Si hubiese una "fuerza" o "dios" o algo, sucesos tan lamentables como el que menciono hoy no existirían.
El ser humano es la única mierda que sigue controlando todo lo que "es suyo"... y no va a respetar la vida, no va a respetar nada...

40.000 personas que no le hacen ningún daño a nadie, grupos humanos que SÍ viven en completa armonía con el pedazo de tierra donde se asentaron... selva que no debería estar pagando con muerte su riqueza...


El link: un video sobre ese hombre que ven llorar en la fotografía, hablando hace algunos meses sobre su esperanza de detener el proyecto hidroeléctrico... (Hidroeléctrica de energía limpia y renovable... ¿en serio, montón de imbéciles, en serio?)

Maldigo el mundo en el que estoy...

lunes, noviembre 21, 2011

Dicotomía cruenta (Oliverio Girondo)

Dicotomía incruenta
Oliverio Girondo

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.



Con el tiempo ajustado, como la piel, a una realidad delgada.
Pero dejo el poema, que lleva ese y otros tantos sabores...
Digo yo, cualquiera podía decirle "sí, Oliverio"

Abrazos

miércoles, noviembre 02, 2011

La despedida de otro octubre que salió goteando su paso por la tierra.



Como todos los años: espero demasiado y como viene, se va.

Otro octubre donde me siento bien, donde todo sale misteriosamente bien, donde la poesía está durmiendo en mi sofá junto a las dos gatas, donde el estrés está enredado con los hilos de mi paciencia y donde, definitivamente, estuve más completa que de costumbre.
No necesariamente me gusta Octubre por ser el que recuerda mi nacimiento, en realidad es mi gusto por el otoño, aunque aquí no exista uno.

La fotografía que coloco es el volcán Cotopaxi, el símbolo de todas mis mañanas... Desde mi ventana lo veo, camino a la ciudad lo veo, regresando a casa lo veo...
Y estuve allí, el 16 de octubre de este año, congelándome un poco, respirando con dificultad, pero feliz.
Siempre he soñado con poder verlo erupcionar; sueño algo macabro, sí, pero no muy lejano tampoco.

Octubre sin demasiados cambios de clima ni de ánimo.

He terminado ya con Gineco-Obstetricia y me restan 6 semanas más para terminar Medicina General. Un par de años de prácticas y tendré, por fin, el título... y de ahí, armar maletas y salir en busca de mi especialización. La Siquiatría es apasionante, pero eso de cortar y suturar no me parece desagradable tampoco... bah, falta aún para dar la definitiva.

Octubre lleno de golosinas y mi Vanessa a quien hace 5 años no veía, acompañándome en Octubre. Como hace tanto, como aquellos días en Bélgica, como los viajes por Europa, como los trenes y los desayunos de azúcar y cerveza.

Tuve la grata dicha de tenerla en mi casa como el mejor regalo de cumpleaños que se pueda imaginar alguien.


















Octubre salió despacio, goteando su despedida, cerrando la puerta y sin dejar nota. Sé que volverá y que volveré a él. Solo estamos a otro calendario de distancia.









Un abrazo desde Noviembre, empiezo bostezando y con la calma, la sencilla calma, que me puede dar un feriado de cinco días para descansar...


(Fotografía de sol: Vanessa y yo en Stockholm hace 5 años)
(Fotografía en el Cotopaxi: Vanessa y yo, 5 años después)