domingo, enero 09, 2022

Mi ciudad, mi raíz...

 

Quito, 2021


Y hoy, siendo ya 2022 me imparte clases la voz de Testa... con su canción 3/4
La dejo aquí, porque sabe a lo que a veces quisiéramos mantener, además de un trozo de mandarina en los labios.

3/4
Gianmaria Testa

Volevo tenere per te
La luna del pomeriggio
Volevo tenerla per te
Perché è sola
Com'è solo il coraggio
Volevo tenere per te
La luce di quando fa giorno
E volevo che fosse per te
Anche l'attesa che diventa ritorno
E volevo tenere per te
La più vera di tutte le rose
Volevo tenerla per te
Come tutte le cose
Come tutte le cose
Volevo tenere per te
Una sola di tante stagioni
Ma volevo che fosse per te
Per te sola e tutti gli altri di fuori
E volevo che fosse per te
Anche l'ultimo fiato sospeso
Volevo tenerlo per te
Questo fuoco che è acceso
Questo fuoco che è acceso
Volevo tenere per te
La luna del pomeriggio
Volevo tenerla per te
Perché è sola
Com'è solo il coraggio
E volevo tenere per te
La più vera fra tutte le rose
Volevo tenerla per te
Come tutte le cose
Come tutte le cose
Come tutte le cose

lunes, noviembre 01, 2021

Del tiempo destinado a recordar...

SUSPIROS RETENIDOS EN LA VENTANA

Haber retornado a casa ha supuesto la realidad convertida en un bofetón: nada de lo que conocía existe ya, ni siquiera mi habitación. Todos mis libros están escondidos en otros sitios, toda la vida que conocí es diferente a lo que recuerdo. No me angustia, no, no me aterra. Es la dinámica vital y animal de quienes tenemos que partir y debemos enfrentar de nuevo los regresos. 

De todas maneras, el aire de esta vieja habitación que ya no es mía pero lo fue desde hace siglos, me trae contestataria la languidez de mi pasado y las ganas de abrazar a quién yo era, pero del mismo modo sonreírle grande a quien soy.

No pasó en vano tanta historia - completa o a medias - ni me arrepiento de los pasos dados. Sé que duele todavía, la vida es un latir constante de penas y cadenas, de sonrisas y milagros, de decepciones y de bendiciones en mitad de los caminos.

Quisiera decir que está bien, que ya está bien esta espiral de reflexiones y de pasados... pero no. Me aferro en creer que voy a encontrar trozos de mi vida que me expliquen mejor lo sucedido, que me den las respuestas para las preguntas que surgen ahora después de tantas muertes... llamemos "esperanza" a estos procesos vitales y dejemos, por ejemplo, un trocito que acabo de encontrar...



MARTES 26 DE ENERO, 2010

Al calor de una condena, este recuerdo que mata sin siquiera sospechar. Aquí, a la espera del diciembre en que me dejó de una vez y para siempre, a la espera de su bopca que volvió cuando mi duelo dolía, cuando mi voz me desgarraba. A la orilla de las siete o de una hora no propicia para los inevitables deseos. Donde esté o donde me haga falta. Una de dos o las dos de una. Sangre de la sangre que en las tardes de jueves me empapaban de saber y de besos. De su boca y de mis ansias, del dolor que aún penetra en los espejos y se clava a mi otro yo como una mueca.

Hay que ver en dónde vamos a desnudar esta pena, que merece quedar despojada de cuerpo. La tristeza que duele no debería doler salvo en la necedad de quien se aprieta el amor al cuello. Verdugo maldito: el tiempo. Prisa errada la distancia que su continente y mi pecho tenemos. Hay que esperarlo, hay que dejar que quizá haya un fracaso y regrese a este país de los silencios. La eterna soledad de las lluvias, el perfume, su saco de lana rojo, el sofá de rayas, las galletas, su cama al suelo, la carta mía colgada, todos los "te quiero" que tuve que posponer. Duele más de un sentimiento, duele evocarlo así, sin necesidad.

¿Pra quem eu sigo viva até hoje? Mesmo sempre, mesmo nada.

domingo, octubre 31, 2021

Último día de octubre

 QUITO - ÚLTIMO DÍA DE OCTUBRE

Y caminamos por el mismo trayecto donde mil veces antes estuve yo con mi soledad. Aquellos años, cargada de ilusiones y sin miedos, ahora, con miedos del presente y con mis padres. Hay que ver cómo cambia la vida, cómo nos transita la ironía.


Anduvimos por las calles de mi Quito de otros siglos, de catacumba en catacumba, rezando frente a cada lápida de alguno de nuestros seres que nos esperan en otro lugar. Nos envolvieron La Compañía y otros todos santos; de rodillas frente a un altar donde con sangre se hizo mi historia le pedí al Dios heredado que nos diera el regalo bendito de iluminar nuestras existencias, que nos desempañe la mirada, que nos haga transitar por y con la verdad.

Anduvimos, sí, camino abajo con el sonido de la pobreza y la desilusión de todas las calles, con la prisa del alma que se llevan los diablos, en la Plaza Grande, en el atrio de San Francisco, en la capilla del milagro de la Dolorosa del colegio, en Santo Domingo de fantasmas y siniestros, en la Basílica de mis recuerdos.



Anduvimos, sí, en la misma calma de mis latidos de hace otros tantos calendarios.

Hoy quizá no anduve sola, hoy ya no recibí penas aunque sigo cargando cadáveres que debo enterrar.

Hoy fui a la par de mis padres, caminando, por la ciudad que mi vida forjó.

No puedo ser menos andina, no puedo ser menos quiteña. No.


Belén Andina, Belén...

 Noviembre del 2021

Han pasado meses desde que volví y dejé de nuevo todo. Las cosas se fueron dando de tal manera en que me vi atrapada en horarios poco compatibles con la estabilidad de vida que pretendía.

En resumidas cuentas, solo puedo resumir que desde el 2020 no tiengo muchos recuerdos dignos de ser compartidos.

La estructura de mis escenarios habituales se fue rompiendo a medida que los contratos laborales iban fluctuando entre una especie de equilibrio y luego la sobrecarga. No debería quejarme, he trabajado en malas condiciones antes y nada tiene que ver con la realidad que tengo ahora, realidad que debería agradecer, por cierto.

Sin embargo, poco a poco, no supe equilibrar la manera en que hago las cosas y lo que entrego en mi trabajo... y eso terminó de nuevo por pasarme una factura de cansancio físico y emocional...

No me justifico. No es nada que no tenga solución... pero por ahora estoy huyendo del continente y he vuelto a casa, a Ecuador. Alejo ha comprendido esta necesidad de volver a mis raíces y me apoya en cada paso que voy dando aunque más que pasos parezcan saltos y arañazos... Solo es lo laboral lo que me atormenta. Lo demás está en perfecto orden, goza de salud... y es temporal hasta nuevo aviso.

Así que, por ahora, reactivo estas páginas con algunas de las barbaries verbales que suelen acompañar todo proceso de grandes cambios...


Belén, la que siempre y nunca ha sido.

viernes, agosto 07, 2020

PEQUEÑOS GRANDES APRENDIZAJES

 PEQUEÑOS GRANDES APRENDIZAJES

(a la mitad de las historias COVID)


Uno bien podría pensar que con los años la gente se convierte en una especie de humanoide más sensato, más sincero... pero no. Hay cosas que sencillamente parecen arraigadas en algún trozo de herencia genética o de costumbrismos... no puedo decir que todo sea cultural aunque bien puede responder a ello.

A mí, en lo personal, me criaron de una manera en que las cosas se decían con respeto, tino y diciendo la verdad, desde luego. Pero al parecer, en el mundo donde me sitúo, la tendencia es al individualismo peculiar... 

Creo firmemente que quien jamás ha hablado "mal de otros" con terceros puede tirarme la piedra en pleno centro de la sonrisa, porque todos somos humanos y en más de una ocasión hemos sido partícipes de este acto. En algún momento nos tenemos que sacar ese "algo" que llevamos dentro... quejarse es de humanos, enfadarse es de humanos; el problema no es el hacerlo sino el cómo lo haces.

Viéndome en la postura de tercera y habiendo pecado de inocente - bastante estúpida diría yo - mi conclusión (y de la que quiero dejar constancia en esto que de algún modo ha sido durante algunos años mi "diario" de vida) es que uno debe mantenerse dentro de la coherencia... y ser responsable y hacerse responsable de lo que hace o dice.

Uno no puede involucrar a terceros para la queja, de formas despectivas hacia otra persona, y creer que es normal el uso de cierta terminología y de ciertos tonos... no puedes decir algo de alguien, a sus espaldas, algo que no serías capaz de decírselo a la cara en el mismo tono y con las mismas características. Es lo que pienso.

De todas maneras siempre estaré a favor del diálogo frontal, donde todas las partes incluidos los terceros y los cuartos y los quintos, sean capaces de ponerse cara a cara y decir las cosas tal como sucedieron y tal como de verdad las sienten. De lo contrario, a mi criterio "del otro lado del mundo", vamos, se convierte en hipocresía y en "amistades circunstanciales" (Gracias Tocaya Gordillo por la sabiduría)... o no digamos "hipocresía" sino en "incoherencia" total...

En fin...

Los días pasan y al final también se aprende que tanto uno como los otros entran y salen de la vida de la gente con algún objetivo y que, salvo excepciones, la gente que permanece de un modo más o menos permanente es la gente a la que uno puede considerar de verdad AMIGO.

En mi caso, he fallado y decepcionado a más de una persona, habiendo actuado de forma tonta y sin medir consecuencias... pero me quedo bastante tranquila porque sé que nunca hice nada con malas intenciones y que, por lo menos, me quedan gratos recuerdos de todo instante compartido. También conocí la lealtad en medio de lo que menos me esperaba y reconocí mi miedo y lo he saludado de nuevo... y creo que tengo mucho trabajo por hacer conmigo también.

Aquellos que me conocen saben que suelo pecar de torpe... pero precisamente con esa transparencia es que saben bien de lo que soy y no capaz, de hasta dónde puedo llegar o hasta dónde me permito las tonterías conmigo misma. 


A seguir viviendo. A seguir conociendo personas y experiencias que dejan huella. Algunas serán cicatriz y otra sonrisa... pero después de todo, para eso vinimos: para vivir.


lunes, abril 20, 2020

5 / CoVid19

LA GRANDILOCURA Y LA GRANDILOCUENCIA

He de decir que hasta esos días mi pensamiento seguía siendo el mismo.
Esto es una gripe más, un cuadro infeccioso como cada década nos alcanza, nos infecta, muta, asusta y a la final o acabamos haciéndonos inmunes, o aparece la vacuna o nos acostumbramos a que, como toda patología infecciosa, afectará a unos de forma más grave y a otros de forma más leve.

Mi hermano estaba preso en la notificación instantánea de los casos, de las defunciones. Yo, aunque todavía soy parte de la generación que creció con la tecnología, la verdad es que no termino por engancharme como la juventud de hoy... y me alegro porque me generaría más agotamiento mental del que podría manejar.

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Sinceramente (y aquí empieza a brotar la rama de "soy médico en tiempos de pandemia") creo que el manejo de esta crisis ha sido desproporcionado en lo que respecta a la parte mediática. Los medios de comunicación han sido alarmistas al punto de enfermizos y eso, desde luego, nunca acaba por ser útil.

Las críticas de mi hermano hacia mi actitud eran justificadas dentro de su realidad. Mi postura un poco "relajada" hacía que él montase en enfados porque "no me tomaba en serio las cosas"...

A ver. Si nos ponen en tiempo real las cifras de los muertos por accidentes de tráfico, suicidios, complicaciones cardiovasculares, hambre... nos volveríamos locos todos. Y es que a la gente se le ha olvidado que parte de la salud es también la salud MENTAL. Las medidas de HIGIENE MENTAL no son eufemismos que acaban de ser inventados, es algo que hace rato busca tener más protagonismo pero que, entre Instagram y las publicaciones de Facebook tipo "La ciencia lo demuestra, decir groserías te hace más inteligente"...
...

...
...
La gente no entiende. Vivimos en un mundo donde estamos aferrados a una pantallita y creemos que eso es LA VENTANA A LA REALIDAD.
La cantidad de información, de historias, de verdades y mentiras, es abrumadora y hay gente dispuesta a sacrificar su tiempo en leer o intentar leerlo todo. Eso no te da mucha opción a considerar un "filtro" mental para abarcar la verdadera realidad... No sé, solo digo.

Si mi postura frente a una pandemia, desde mi sitio como médico es esta (júzgueme con confianza EXCLUSIVAMENTE QUIEN ME CONOZCA) es porque no me termino de creer que esto sea el fin del mundo. 

- Sí una crisis global.
- Sí una crisis sanitaria porque nadie lo vio venir y como no estábamos preparados la idea de "no morir en el intento" por parte de la salud pública y privada era lo más sensato...
- Sí una crisis económica con unos tintes políticos que resaltan de formas DEMASIADO obvias...
- Sí, si quieren, una llamada de parte del Planeta Tierra diciendo "Buenas ¿ha escuchado hablar de la extinción? jaja... 

No me alarmo. Me quejo, pero no me alarmo. 
La vida existió antes del ser humano y seguirá existiendo después de él. Biológicamente no entiendo el antropocentrismo ni esa necesidad malsana de creer que nos merecemos vidas longevas y hasta eternas.
¿Para qué?
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Volviendo a lo que vivía... 



De todas formas, los tickets para museos y medios de transporte ya estaban comprados. Y con las diferencias sobre el manejo de emociones en días de lo que aún era epidemia, el cronograma de actividades no había cambiado.

Lo único que había diferente era un cierto picor de garganta que usualmente no es lo que me suele pasar cuando tengo alguna infección de vías respiratorias...

Mi hermano había comprado cosas típicas y deliciosas de la región, yo llevaba un Brunello para festejar... y así, la primera noche en Bolzano fue amena, con guitarra y saludos a la familia... Le di los regalos que le había comprado e incluso le di más regalos de los que esperaba darle jaja...

Italia era nuestra y esos casos que había en ciertas regiones pues sí, daban para el debate y la reflexión... pero aún estaba todo muy distante en nuestras mentes...

jueves, abril 16, 2020

4 / CoVid19

ALTO ADIGE

Llegué a Bolzano a la noche. No tengo la más remota idea sobre cómo lo conseguí pero ahí estaba, con mi hermano arrastrando mi maleta y diciéndome que su depar no quedaba tan lejos... TAN. 
No exagero ni miento si digo queme parecía todo surreal. ¿Cómo es que uno de los Jaramillo Robayo termina en una isla diminuta en el Mediterráneo y el otro en un pueblín de Dolomitas? Convencionales no somos, desde luego.


¿Y entonces?
Pues a recorrer Italia, señores. Que para eso eran las vacaciones...

Era 17 de febrero. Un soleado y gélido 17 de febrero... y yo tendría que ir aprendiéndome las fechas porque después el interrogatorio por parte de las entidades sanitarias españolas iban a hacerme repetir todos los puntos de mi viaje... jajaja.

Para hacer un paréntesis existencial debo decirles que esas vacaciones cumplían con múltiples propósitos además de darme un descanso de lo cotidiano/desquiciante que resulta mi vida médica.
Por un lado estaba el poder compartir con mi hermano menor un par de semanas... para re-conocernos, para saber quiénes éramos entonces. La vida cambia y la gente cambia con las situaciones, con la geografía, con las distancias.
Los que me conocen saben lo tribal que resulto, lo amalgámica que soy con el tema de la familia. Mi hermano menor es parte de mi todo y diría yo que es un todo en mí misma... necesitaba estar ahí, con él, ver cómo estaba viviendo (aunque llevaba pocos meses), conocer su realidad.


Por otro lado, Italia es la segunda/prima patria que tengo. La familia de mi madre, concretamente el Don Cristellot, salió de Belluno rumbo a las Américas... y de no haber sido por tan desacertada/acertada idea, pues esa rama genealógica no existiría.
Italia no me fascina como destino turístico, probablemente porque es muy amplia al tiempo que cliché. Sin embargo, nunca se visitan demasiados museos en una vida.

Cumplir con el protocolo de pasear por el norte de Italia era lo más acertado en tiempos de pandemia jajaja... lo cierto es que aún nadie declaraba nada y los casos de infección seguían pareciendo cosas orwellianas... 

"Es como una gripe más" repetía yo todo el tiempo "lo que pasa es que como no sabemos nada del nuevo virus, todos hablamos y metemos miedo sobre lo desconocido"...



Ah sí... El recorrido.
Planeábamos quedarnos unos días en Venecia, unos en Florencia, Siena, Belluno... y obviamente, las respectivas paradas de tren-autobús que supusieran los tramos...
Venga, súmele puntos y juegue conmigo a las zonas rojas...

3 / CoVid19

YA CASI EN BOLZANO...

Creo que a Venecia la tengo ya bastante visitada. No, no es por "hacerme la salsa" (figurar) pero es una ciudad a la que, por varios motivos, me toca volver aunque no quiera.
No me disgusta, no. Pero tampoco es mi ciudad favorita, vamos.

En todo caso, la parada de autobús era allí, con un par de horas de espera para la parte final de mi trayecto.



¿Qué hacer en Venecia a inicios del Carnaval? Pues comer una pizza esperando el próximo autobús camino a Bolzano.
Recuerdo que, sentada en el bar, miraba como los turistas iban felices, disfrazados, tosiendo por aquí y por allá. El frío no era de los peores que yo recuerdo... la humedad no ayuda, desde luego, pero para haber sido otro invierno en Venecia esta vez yo no llevaba ni bufanda ni guantes como en ocasiones anteriores.

Una coca cola, la mochila y la maleta a mi lado. Vestidos por aquí, máscaras por allá. El tiempo pasaba y yo seguía bastante indiferente (quizá la medicación para dormir) ante todo lo que pasaba...

Se iba poniendo buena la cosa porque estar en Venecia me iba a dar un punto más a la lista de puntos de la pandemia jajaja...

Llamé a mi hermano para contarle que todo iba saliendo según lo planeado. Una vez más, me sorprendía ver la ciudad tan llena pero no tanto como años pasados. Se notaba la falta de asiáticos, insisto... Turismo había, planes de Carnaval en todas partes, los cronogramas avisaban de los eventos culturales a seguirse en los próximos días.

Siempre quise ir al Carnaval de Venecia pero siempre lo había pospuesto. Este año era el año. Con mi hermano. Con su mega cámara de fotos y con todos los lujos que podíamos permitirnos...

2 / CoVid19

Lasciatemi cantare...

Aeropuerto de Barcelona. 
Nunca me ha gustado. 
Pero es una parada casi obligatoria para casi cualquier viaje que hago.

Aeropuerto de Barcelona: todavía lleno de gente. Dentro y fuera de temporada alta para el turismo, ese aeropuerto siempre está repleto de personas. Lo curioso de este año era ver tan pocos asiáticos... ellos, tan característicos siempre, en grupos grandes y con las cámaras de fotografía de última generación tecnológica. Llegué por la tarde-noche a Barcelona y tenía que buscar dónde estaba la parada del autobús. 

Me explico: tras hacer guardia de 17 horas luego de trabajar 8 horas en la mañana, con la mochila albergando fármacos para dormir, no se me ocurrió nada mejor que ahorrar haciendo el trayecto en autobús, por la noche (sí, 24 horas de viaje señores. Masoquismo no, lo siguiente).

El cansancio no es tan intenso hasta que te sobreviene "el bajón" acumulado. Ya sé, la frase no se entiende muy bien... pero es que el estado postguardia es una sensación que no se puede describir con facilidad. Entre la ansiedad preWAR-DIA, el ambiente de la guardia y el día siguiente que es un día "perdido" entre las almohadas...

En fin.


Mi trayecto era largo pero con el autobús tuve suerte. No se sentó nadie a mi lado así que aquel recorrido nocturno atravesando Francia fue relajante y hasta cómodo... no sé si soñé algo, tampoco recuerdo demasiado salvo que casi todo el mundo tosía. A lo mejor ahí fue que algún virus o bacteria cayó sobre mi persona... o no.

Cuando desperté, estábamos en algún sitio de Francia y hacíamos parada para desayunar. Mi francés oxidado todavía me permite pedir café y golosinas... así que ahí estaba, desayunando en mitad de la nada y mirando como los periódicos locales hablaban del virus de moda. 
Todo se sentía lejano. O muy parecido, de forma casi morbosa, al juego aquel PLAGUE INC. que jugaba en los últimos años de carrera desde mi Kindle.

martes, abril 14, 2020

1 / CoVid19

¿DÓNDE ESTABA CUANDO TODO EMPEZÓ?

Era enero. No, era diciembre.
Diciembre de mi último año de especialidad. Diciembre desde el centro de salud. No más rotaciones hospitalarias, solo las guardias (WAR-DIAS... días de guerra).
Recuerdo que miraba por la ventana que da al mar, que da al puerto de Mahón y comentaba que este había sido un invierno raro.
No tuvimos tanto frío como esperábamos, los ánimos de los pacientes eran grises, los motivos de consulta eran fatiga, cansancio, tristeza...
No tuvimos la clásica epidemia de gripe tampoco. No tuvimos tantos muertos como en años anteriores.


Mis planes estaban más o menos establecidos: iría agotando las vacaciones, terminaría mi residencia a finales de mayo, recibiría mi último salario en junio, iría a casa (Ecuador) unas semanas. Volvería para trabajar el verano aquí... 

Hice guardia el 24 de diciembre. No fue una mala guardia. Valoré 17 pacientes. El ambiente en el hospital, tras casi 4 años de trabajar allí, con la misma gente, se convierte en un sitio donde casi-casi podría decir estoy bastante a gusto... 

Era enero.
Ahora sí era enero. Alejo, mi pareja, había planeado para nosotros un viaje a California. Sí, tenemos una debilidad por los U.S.A. y no me da miedo admitir que volveré siempre que pueda...
Era enero y ahí estábamos, en invierno, en la carretera. Un road-trip maravilloso con la mejor compañía del mundo: nosotros dos. San Francisco, Yosemite, Sacramento... Mariposa... todos esos pequeños lugares a los que nos llevaba el GPS.
Fue un viaje especial. Así como es mi vida desde que lo tengo a él a mi lado.


Volví al trabajo. Las ganas de trabajar siempre son bajas cuando regresas de un gran viaje.

La vida del médico de familia, desde el centro de salud, no es demasiado pesada aunque supone sus desafíos. Tengo mi consulta propia, los pacientes a los que voy conociendo y hasta un grupo de entre ellos a los que he terminado por sentir cercanos... No me va mal desde aquí. Tengo un horario bastante bueno, un ambiente laboral que (gracias a que mi tutora es sencilla/complejamente genial) es entretenido... pero algo tenía aquel enero que no terminaba de cuadrar con la costumbre.


"Hay algo en el aire ¿no?" decía mi tutora a días, mirando al mismo puerto de Mahón.
"Sí, los pacientes tienen unos cuadros medio tontos ¿no?" le respondía señalando esos motivos de consulta de "me siento como raro..."




"Ya veremos qué pasa este año" le dije un día, recordándole que durante los años de residencia yo llevaba una racha para eventos inesperados:
1er año: intenté dejar la residencia porque no me sentía a gusto con nada
2do año: mi pareja sufrió un accidente que pudo ser mortal, pero solo le dejó fracturas... y un proceso de recuperación algo largo, pero milagroso pues secuelas quedaron pocas.
3er año: la obligación de terminar la especialidad. Me iba a ir en primer año, pero tras el accidente era obvio que dejarlo todo no era la opción inteligente, así que tercer año fue para recolocarme en vida y agarrar paciencia para continuar.
4to año: amenazaba desde el segundo año con que este era mi año quirúrgico, que terminaría por perder mi apéndice o algo así, para cerrar con broche de oro todas las aventuras de los años pasados...

Era enero. Y le conté a mi tutora que planeaba irme de vacaciones, de nuevo, en febrero... A visitar a mi hermano menor que estaba estudiando Ingeniería de alimentos en Italia... en Bolzano...

CRÓNICAS DEL COVID19


CRÓNICAS DEL COVID19

Hace mucho que no publicaba nada por aquí. Razones eran y siguen siendo muchas las que me mantienen un poco – bastante – alejada de este medio virtual.
Quienes me conocieron, conocen o saben qué hice con mi vida después de todo, sabrán dónde me hallo ahora.
Los que no, pues permítanme hacer una “breve introducción a mi persona”.


Nací en Ecuador, en Quito. Toda mi vida se ha direccionado en la búsqueda de mantener viva mi pasión: el arte. Escribo, pinto, dibujo… no sé si soy buena o no en ello, pero es mi pasión, mi verdadero amor es el arte.


Estudié Medicina (y terminé la carrera a pesar de todas las quejas con que viví esos años). Tuve múltiples intentos de abandonar la carrera, es verdad. En último año, cuando había perdido toda la fe en la naturaleza humana, en mi futura profesión y en general, con todo lo que va vinculado a ello, conocí a un equipo de médicos que hacían Terapia del Dolor y Cuidados Paliativos en el que ahora llamo mi “Hospital Hogar”: el HGM 1 (Hospital General Militar).


Entre la vida militar y las locuras que conlleva el último año como estudiante de medicina, entre haber vivido en la selva durante unos meses en otro hospital militar y todos los desvaríos y aventuras que pueden imaginarse… “terminé por terminar” la carrera.

Mi trabajo final para graduarme (con mi mejor amiga, Martina) fue sobre la morfina… y luego vino el salto de continente.

Me decidí por Medicina de Familia en España (porque era uno de los requisitos para estudiar a posteriori Cuidados Paliativos).

Viví en Madrid un año mientras me preparaba para el examen de especialidad en este país y, tras conocer a mi contraparte (mi pareja, Alejo) vinimos a vivir en Menorca, uno de los pequeños encantos que tienen las Islas Baleares… 


En pleno Mediterráneo y viviendo frente al mar (yo que soy de montañas y selva y jamás me gustaron las playas ni el calor…) estoy apunto de terminar mi especialidad.



¿Qué cambió, entonces, respecto a los planes de vida que tenía?

- Que no sabía que Medicina de Familia, en España, era sinónimo de Urgencias también. Este país por curioso/lamentable que resulte, no tiene reconocida la especialidad de Urgencias como tal, así que somos los médicos de familia quienes ejercemos en esa trinchera. Yo, que me juré jamás volver a poner un pie en urgencias… Aquí me tienen, haciendo mis guardias exclusivamente en Urgencias hospitalarias (aunque también tengo la opción de hacerlas en centro de salud… pero así soy, una contradicción en mí misma).



- Cuidados Paliativos dejó de ser mi principal objetivo y durante una temporada consideré hacer el masterado en Acupuntura y medicina tradicional china.

- Yo, que juré nunca más volver a presentarme a un examen de oposiciones… ahora retomo la idea de presentarme para una segunda especialidad.

¿Y en medio de todo esto? Una pandemia viral...


¿Por qué he decidido retomar el blog?

Pues recordé que este medio era mi "diario"... que aunque tenía un diario que llenaba a mano (cosa que tampoco hago ya) esto del BLOG me supuso en más de una ocasión gratos encuentros y reencuentros con gente, ideas, locuras, en medio de la "revolución social" en que vivimos... 

Este espacio era mi sitio, mi trocito de libertad digital... así que, mientras me duren las ganas, contaré como es que estoy viviendo, en primera línea, esto que parece un día de los inocentes perpetuo..

Señoras y señores, Jaramillo desde acá.

martes, enero 01, 2019

2019



Al final de cada año suelo hacer un balance de las cosas que sucedieron, de las que logré y las que no alcancé, de lo que fui y quise ser, de lo que pude intentar y de lo que definitivamente no debí dejar que suceda. Cada fin de año se me llena el vaso de la nostalgia con unas cuantas lágrimas, y una vez que se llena el vaso, puedo mirar el reflejo de mi rostro cargando con sonrisas también. Al final, soy una suerte de equilibrio que continúa analizando su vida para no justificar ninguna muerte.

Este año que ha pasado ya, esa página que gira sobre el calendario, ha sido un año lleno de momentos importantes e inesperados, quizá uno de los más fuertes que me ha tocado sobrellevar, uno donde crecí y me redescubrí, donde volví a armarme con los trozos de un ayer que tenía durmiendo y donde, sobre todo, he retomado con fuerza aquello del arte, del color, de la poesía.

Me quedan pendientes con la vida, es verdad, me quedan proyectos y pinceles, fotografías adornando mi memoria y unas manos heridas de tanto escarbar. Me quedo con los golpes que va mi cabeza contra las murallas de todos los días, con los silencios de mi fonendoscopio cada vez que se escapan los latidos de alguien en esa sala de urgencias que viene a ser la trinchera donde más me duele existir.

Hoy, empiezo el día sentada frente al ordenador, con todo mi habitual desorden belénico, sin saber lo que es el destino... cantando con Silvio Rodríguez nuestro "El Necio" y teniendo la conciencia en calma, sabiendo que hice lo que debía y quizá un poco más, que cometí errores pero que aprendí de ellos más de lo que me costaron y que sigo, en pie de guerra, dispuesta a seguir dándolo todo por aquello en lo que creo, por aquellos que quiero.

Sin esperar más que otro año lleno de vida...
Belén, desde este Mediterráneo

viernes, diciembre 07, 2018

Otro diciembre lejos de casa

Y a Quito le sobraron sueños como a mí me restan días... A mi ciudad, que es de espanto y discontinuos suspiros, le reclamo las heridas y las esperanzas, las ilusiones malsanas. Quito tanto duele como mata. Pero soy quiteña, como la pluma de Tobar García. Quiteña de vocación y por encargo, por genética y por recomendación. Dentro de po-Quito vuelvo a derramarme en sus venas, a poblarme de su locura. De esa esQUITOfrenia diagnosticada por la magia de la literatura.




Si a Quito le sobran historias
de he decir que a mí me faltan verdades.
Que en mitad del universo, de los cuentos que ya no relato,
tengo a mi ciudad latiéndome en la piel.
Quito, la verdadera conjugación de mi pasado,
mi horizonte predilecto,
el sinsabor de mi mirada, el retoño de mis párpados abiertos.

Si a Quito le sobran historias, a mí me faltan miedos.

Cuando despierto, arrebato de cordura en este firmamento,
tiendo a reacomodar mis pasos como un ajedrez interminable.
Y le sacamos jaque mate a mi nostalgia.

Mi esencia de fantasma, mi boca de vientos, llaman a Quito aún en sueños.

Y resisto esta tentación bendita de querer gritar,
arrancándome caricias a destajo
- Quito a cielo abierto
Un grito, una palabra desmedida, el luto del error que prolongamos
- Mi Quito tiene un sol grande
A mí me sobran llagas y me escondo en mi propia sangre
- Mi Quito es un edén de maravillas
Y cruzo las siete calles, como pecados capitales,
en algún zaguán olvidé tu nombre.
El Panecillo, sombra madre de la añoranza,
Quito se disfraza, Quito me olvida, Quito me reemplaza.

Si a Quito le sobran historias es que a mí me duele el alma
de ir llenando páginas de memorias que no dicen casi nada...

sábado, junio 23, 2018

Tercer año - Medicina Familiar y Urgencias


Todo empezó hace casi 4 años. Cuando tenía, desde hace fuuu (como decimos en mi tierra) la idea de venirme a las Europas para hacer la especialidad médica.
Y así fue. Llegué con dos maletas, cargando lo que era mi yo de entonces sin saber lo que iba a esperarme aquí.

Mi relación con la Medicina es una cuestión de dejarse torcer el brazo y luego soltar una bofetada. No importa quien lo haga primero, el ciclo se repite constantemente.

Me decidí por Medicina de Familia sin tener muy claro que a cuestas iba a cargar con Urgencias... el primer año fue de las cosas más absurdas que recuerdo, de las más incómodas que imagino que le pueden pasar a una persona que no está "enamorada" de su profesión... estuve al borde de tirarlo todo, como siempre, sí... como cada fin de semestre desde que soy estudiante. Al final del primer año estaba casi convencida de que iba a dejar esto y dedicarme a cualquier cosa que no supusiera seguir con esa ansiedad y tensión que, seamos honestos, mucho bien no me ha hecho después de todo.

Segundo año, pasaron los desastres naturales de tener a mi pareja en cuidados intensivos y haberlo acompañado en no sé cuántas cirugías... todo pasó tan rápido, requirió fuerzas y paciencia. Y de verdad que procuré esforzarme más en lo que a ser médico significaba, pues me di cuenta que de alguna forma era momento de madurar, que mis problemas de niña caprichosa que se equivocó de carrera eran o debían ser un tema del pasado.
El accidente me abrió los ojos y me hizo crecer de golpe, a golpes. Y no me arrepiento de nada. Creo que nos sirvió a ambos, de alguna manera, para ganar herramientas con las cuales entender mejor la vida.

Y llegó el tercer año. Empecé a cursarlo hace nada. Y no me puedo creer que ya esté a las puertas de irme definitivamente de aquí... Tercer año y sigo teniendo el mismo pensamiento cada vez que veo un paciente "por favor, Dios, no dejes que me equivoque".

Estoy convencida de que si hacemos las cosas bien, dentro de lo que nos corresponde, los resultados muy probablemente serán positivos.
Tras dos años de trabajar en un servicio de Urgencias aprendí que el caos es más administrativo que humano, que cada día las guardias se van adhiriendo a la piel y empiezan a formar parte de un mal necesario...

Me gané la confianza de algunos y el cariño de otros... y a veces, solo a veces, cuando cruzo la puerta al llegar, siento que estoy en casa... (no hogar, no, eso jamás).

Mi hospital, al que tras dos años de llantos y enfados por fin me nace llamar MÍO, me ha regalado instantes, personas, sentimientos... y creo que, aunque me voy a quejar toda la vida de las cosas que me sigan sucediendo, tengo las fuerzas suficientes como para afrontar los dos años que aún me quedan por pasar.

sábado, junio 16, 2018

Relato prestado


DE UNO DE LOS CUENTOS EN VOZ DE LOS DE "LA CANALLA"...

  • - ¿Qué ha de hacer un hombre para que lo ames eternamente? – le pregunté. 
  • - Entregarme el corazón – dijo ella. 

Con las mismas, metí mis manos en mi pecho y arrancándole de cuajo, lo puse sobre la suya y le volví a preguntar: 

  • - ¿Qué tendría que hacer para que dejaras de quererme? 

Miró mi pecho vacío, tiró el corazón al suelo y limpiándose las manos de sangre me dijo mientras se marchaba: 
  • - No tener corazón. 

  • Desde entonces, desde entonces voy maltrecho por este mundo mundano con un vacío en el pecho y el corazón en la mano. 

jueves, febrero 01, 2018

A la memoria de Danny...

Hoy no me quise ir del despacho de Urgencias. Llevo meses con sueños reiterativos donde una amiga que murió hace unos años se me aparece en situaciones kafkianas.
Hoy no he querido despegarme de la luz del ordenador del despacho de Urgencias, ni de dejar de escuchar cómo tosen mis pacientes o cómo los monitores hacen alarde de constantes vitales.
Irme a la habitación que tengo en este sitio habría supuesto oscuridad, pensamientos varios, sentimientos encontrados...

Hoy supe de tu muerte, maldición. Hoy supe (como si hubiese estado presintiendo algo) que se te ocurrió adelantarte haciendo alarde de destrezas. Maldito.
Yo recuerdo que cuando nos despedimos fue como se despide la gente siempre: prometiendo volvernos a encontrar para celebrar la vida.

Y hoy, años más tarde de mi huida del continente, a años luz de aquellas guardias de hospital donde parecía que todo iba a salirnos bien, donde compartíamos la alegría que nunca jamás volví a hallar en ningún otro sitio de trabajo... hoy, el primero del segundo del año, te nos mueres habiéndote matado.

Y no terminamos por creerlo, ninguno de nosotros que éramos parte de la familia que se construyó sin "querer queriendo"... Vos y las intervenciones, vos, del despacho aparte, de los muchos artículos y toda la ciencia que nos cabía en la indomable tentación de ser uno más de los iluminados...

Te nos fuiste con el paso adelante, maldito Danny, habiendo marcado y reestructurado el sentido del "amor a la camiseta" que solías mostrar. Vos, que ibas a ser el urgencioanestesioluciólogo paliativista... Te nos largas, la puta madre, con el catéter bien puesto donde más te dolía toda la debilidad del mundo, en pleno centro del amor.

Hermano de esas noches eternas, colega de esos libros apretados, de esas condiciones extremas, de esos abrazos estúpidamente contagiosos y esas tardes de terraza mirando cómo a Quito le crecían sonrisas...

Te adelantaste, maldita sea... Y yo, con la siquis podrida de tanto extrañar, con el cansancio de esta vida que no quiero, me tengo que ir acostumbrando a que ustedes se me vayan de las manos, malditos... así, sin más.

jueves, diciembre 14, 2017

De noches de guardia... hospital...

Guardia 64

Había entonces que decidirse por un acuerdo con el cotidiano: o empezaba a ponerle un freno  la vida que me consumía desde hace rato o procuraba no hacerle caso a esa misma destructiva situación.

Al final de todos los días la molestia seguía siendo la misma, mi desdén seguía siendo ese viejo conocido y desequilibrado ataúd de recuerdos. Que si lograba deshacerme de un instante luego tenía un ejército de emociones agolpadas en el borde de cada latido. La vida ha hecho de mí un amasijo de letras inútiles, de fotografías sin colores, de escasa cordura y poca vanidad.

De tu voz asfixiada, explícame sin querer, sin aliento, sin vapor. Solo por hoy

Así es como la juventud pasa de largo y todos los años que dediqué a sentirme viva hoy son solo acordes en guitarras donde yo no estoy, en gritos donde ya no resuena mi voz, en sombras donde ya no pretendo encontrarme.


Quise hacer un homenaje a la existencia de la locura, retocar con los pinceles de mi desenfreno aquellas vidas por donde se me permitía transitar. Quise hacer de esta biografía mal escrita un verso bien realizado, que en manos de poetas y desvelos alguien pronunciase mi nombre y tuviera un sentido, formase parte de una oración.

Pero me temo que no logré nada respecto a aquellas ilusiones que parecían ser todo menos volátiles, todo menos efímeras.

Hoy me miro las manos, el cansancio, sentada en el escritorio de un hospital en el confín mediterráneo, preguntándome qué diablos hago aquí y si ha valido la pena alguno de todos los esfuerzos sobrehumanos que me autoimpongo para no perder el poco raciocinio que gotea, después de 17 horas de guardia, lentamente.

Decidirse por un camino: el freno absoluto o la resignación...

viernes, julio 28, 2017

Cuando todo cambia...

No era un día de guardia. Era un sábado como cualquier otro sábado.
Yo lo despedí con el beso de todas las mañanas, haciéndole prometer que volvería.
Me quedé en cama hasta tarde, descansando de la vida médica y de las locuras farmacológicas terapéuticas...
Hice el almuerzo, comimos juntos. Mi plan de la tarde era la siesta y esperar que fuese la hora de preparar la cena.
Era un sábado como cualquier otro sábado. Un sábado de inicios de verano, él trabajando, yo procurándome una escapada del cotidiano de hospitales.

Y le escribí el mensaje de las tardes, ese que decía a diario que la cena estaba lista... y él no respondió.

Media hora más tarde recibí la llamada que no quieres recibir nunca en tu vida, la del hospital, la del sitio donde trabajas, la de Urgències.

Aquel sábado nos cambió la vida. Y no era un día de guardia ni un sábado que merecía recuerdos.

A partir de entonces estuvimos casi un mes viviendo puertas adentro de hospitales, entre cirugías y malas noches, entre buenas noticias y radiografías y tomografías; entre pastillas y vías centrales, enfermería, médicos, islas.

No llegó a cumplir un mes, le faltaron dos días para cumplir el mes calendario de ingreso. Le dieron el pase a casa y desde entonces vemos cómo progresa, cómo avanza.
El accidente pudo ser fatal. De hecho, pocos entendemos cómo es que, a pesar de todo, las lesiones se resumen a huesos. Pudo perder el brazo derecho, comentaba ayer el traumatólogo. Debió perder la vida, comentaban los de la ambulancia que lo atendieron al ver los restos del accidente.

Lo cierto es que no perdió nada y, como cuando te encuentras al amor de tu vida, hemos ganado muchísimo más de lo que cualquiera podría imaginar.




No sabía que podíamos ser tan fuertes ni tan unidos. No sabía que íbamos a salir de todo esto con tan buen humor, con tantas ganas. Aquel día nos cambiaron los planes, los esquemas, las prioridades.
Pero nos dieron una certeza que más o menos se intuía al vernos:

SOMOS. Porque así lo decidimos y porque así es como sucede cuando encuentras a esa persona que se convierte en la familia que deseas tener.