sábado, junio 23, 2018

Tercer año - Medicina Familiar y Urgencias


Todo empezó hace casi 4 años. Cuando tenía, desde hace fuuu (como decimos en mi tierra) la idea de venirme a las Europas para hacer la especialidad médica.
Y así fue. Llegué con dos maletas, cargando lo que era mi yo de entonces sin saber lo que iba a esperarme aquí.

Mi relación con la Medicina es una cuestión de dejarse torcer el brazo y luego soltar una bofetada. No importa quien lo haga primero, el ciclo se repite constantemente.

Me decidí por Medicina de Familia sin tener muy claro que a cuestas iba a cargar con Urgencias... el primer año fue de las cosas más absurdas que recuerdo, de las más incómodas que imagino que le pueden pasar a una persona que no está "enamorada" de su profesión... estuve al borde de tirarlo todo, como siempre, sí... como cada fin de semestre desde que soy estudiante. Al final del primer año estaba casi convencida de que iba a dejar esto y dedicarme a cualquier cosa que no supusiera seguir con esa ansiedad y tensión que, seamos honestos, mucho bien no me ha hecho después de todo.

Segundo año, pasaron los desastres naturales de tener a mi pareja en cuidados intensivos y haberlo acompañado en no sé cuántas cirugías... todo pasó tan rápido, requirió fuerzas y paciencia. Y de verdad que procuré esforzarme más en lo que a ser médico significaba, pues me di cuenta que de alguna forma era momento de madurar, que mis problemas de niña caprichosa que se equivocó de carrera eran o debían ser un tema del pasado.
El accidente me abrió los ojos y me hizo crecer de golpe, a golpes. Y no me arrepiento de nada. Creo que nos sirvió a ambos, de alguna manera, para ganar herramientas con las cuales entender mejor la vida.

Y llegó el tercer año. Empecé a cursarlo hace nada. Y no me puedo creer que ya esté a las puertas de irme definitivamente de aquí... Tercer año y sigo teniendo el mismo pensamiento cada vez que veo un paciente "por favor, Dios, no dejes que me equivoque".

Estoy convencida de que si hacemos las cosas bien, dentro de lo que nos corresponde, los resultados muy probablemente serán positivos.
Tras dos años de trabajar en un servicio de Urgencias aprendí que el caos es más administrativo que humano, que cada día las guardias se van adhiriendo a la piel y empiezan a formar parte de un mal necesario...

Me gané la confianza de algunos y el cariño de otros... y a veces, solo a veces, cuando cruzo la puerta al llegar, siento que estoy en casa... (no hogar, no, eso jamás).

Mi hospital, al que tras dos años de llantos y enfados por fin me nace llamar MÍO, me ha regalado instantes, personas, sentimientos... y creo que, aunque me voy a quejar toda la vida de las cosas que me sigan sucediendo, tengo las fuerzas suficientes como para afrontar los dos años que aún me quedan por pasar.

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