sábado, abril 19, 2014

Las cosas que alegran, a veces, a estas horas.

Son las tres de la mañana. No puedo dormir. Estoy algo despierta por la medicación y la cafeína mezcladas.
Algo más ligera. Algo mejor.

El qué y el cómo de mis días se van haciendo visibles y luego transparentes. Ya después no puedo verlos más, pero sé lo que se siente cuando algo por fin llega a ocupar su todo.

Probablemente quienes deben leer mis entradas de blog nunca lo hagan, quizá siempre esté rodando por ojos que no conozco y en los que nunca me he reflejado. C'est la vie.

Hoy, después de algo así como dos años, volví a ver al hombre que fue el hombre de mi vida, de la vida que tenía antes. Quien fuera el compañero de mi vida durante seis lindos años. Probablemente los seis años que más me hicieron crecer.

Xavier está hermoso, radiante, en paz. Y yo solo puedo estar feliz por él, por verlo bien.

No concuerdo con todo lo que me dijo, pero sí estoy de acuerdo en las cosas más importantes, en los resúmenes de la conversación.

Volver a ver al pasado en otro tiempo solo puede generar dos tipos de consecuencias: aquella repulsión y disgusto que me generará aquel individuo que prefiero no mencionar (pero todos sabemos de quién se trata) y esta, de regocijo, de alegría, de serenidad.

Lamentaré siempre el no haber podido ser la mujer para su vida. De verdad que siempre me quedó rondando por la cabeza aquello de "que no estábamos en el momento adecuado de nuestra vida"... Quizá más viejos, con otras cargas, quizá así hubiésemos logrado salir.

Pero la vida es como debe ser cuando la hemos construido de esa forma. Y hablar con él, desde la sinceridad de dos viejos amantes, ha sido algo que me ha hecho refrescar mi vida, mi cabeza, incluso mi propio dolor.

Supongo que quienes fueron importantes en nuestra vida lo seguirán siendo por siempre. No necesariamente ocuparán el mismo sitio, ni tendremos las mismas condiciones que antaño... pero siempre será él la pieza que más hizo mover a mi vida, quien de un modo u otro me forjo y resulté en esto que soy ahora.

Somos lo que somos porque eso fue lo que nos hicimos. Mutuamente en nuestros días...

Y le agradezco, como siempre, por todas las cosas buenas que pasé con él... porque son más los recuerdos agradables los que tengo que cualquier otra cosa. 

Ya después, las coincidencias locas que nos regala la vida. Su mujer tiene el mismo apellido que mi pareja actual... Ambos terminamos con un López... lo cual tiene su gracia.

Un encuentro grandioso, de esos que no se van a olvidar.

Salud, León, por todo aquello lindo que tuvimos. Y por todo aquello que nos sucederá, a cada cual, desde su esquina.

De la puerta a la esquina... así se resumió siempre esta vida que me contagió de ganas de seguir.

Belén Jaramillo Robayo
Hoy bastante feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bellas reflexiones... andaba traasnochándome por la red y me topé con tu blog...

Anónimo dijo...

Bellas reflexiones... andaba traasnochándome por la red y me topé con tu blog...