lunes, junio 15, 2015

Crónicas de Madrid

Crónicas de Madrid
(or "About a Kitten and a HugeTigerCat")

A medida que lo iba observando, tras los primeros minutos que se sucedieron al abrazo, sentía como el miedo era devorado por una admiración profunda. Su rostro le resultaba imposible de perfilarse a mi imaginación. Jamás hubiese atinado a reconocerlo en otro sueño que no fuese ese que nos acababa de suceder. Su cuerpo es ágil, violento y ligero, llevando el toque ideal entre lo felino, lo humano y lo imponente.
Dejé de temer y empecé a sonreírle con mi sonrisa desnuda, abriéndole las puertas de mi vida, de mi boca, de mi propia voz muda hasta ese momento.

Tomar su mano sentados en el metro fue otra de las experiencias que parecen difíciles de relatar. Fuera de la realidad, desconectada de cualquier “alrededor”, solo sentía como su piel y la mía parecían conocerse desde hacía mucho tiempo.

Mi mano entrelazando dedos e historias con su mano, apoyadas ambas sobre su rodilla izquierda… si eso no era la comunión de dos irracionales que habían escapado de la furia de lo improbable, nada más en este universo guardaría razón a partir de ese momento...

viernes, junio 05, 2015

Sobre las Contrapartes

SOBRE LAS CONTRAPARTES

Contrapartes Unidas Siempre
Parque de La Verdad, Valladolid

Si es cierto que existe el destino, que todos estamos sujetos a alguna clase de condicionamiento en la vida, también se entendería y perdonaría que existan títulos especiales, definiciones extraordinarias, coincidencias mágicas y nombres inauditos para las situaciones y personas que siguen esos lineamientos misteriosos.


El caso de las contrapartes escapa a cualquier definición convencional. Aunque halle paralelismo con el sentir de “las almas gemelas”, ser contrapartes significa una complementariedad que trasciende mucho más allá de la formación de un supuesto “todo” entre dos o más partes que se han separado con el ir y venir de los tiempos.

miércoles, junio 03, 2015

Crónicas de Madrid

MADRID, A DOS MESES DE HABER LLEGADO.


Mayo 2015, ATOCHA
Aquel día, en la estación de trenes, ella se comía el tiempo y el enfado. Hasta que del otro lado de una puerta apareció el hombre que era su contraparte. El abrazo no se hizo esperar. Y la calma y la extrañeza de dos seres destinados al infinito fue fundiéndose a medida que retomaban, juntos, el aliento.

Demasiado, me dije en silencio, demasiado para ser verdad. Debía hallar en dónde estaba escondiéndose la locura de este encuentro, en qué parte de mi historia estaba empezando a ganar conocimiento sobre todo aquello que estaba incompleto y que me parecía que él podía llenar. Completarme los vacíos pronominales y repletarme con su esencia...
No, era algo más que sus ojos verdes profundos, era más que su silencio reinante, era algo más que su sarcasmo mal llevado y su boca que incitaba a todos los desastres posibles para mí.

Había prometido que no volvería a defraudar a nadie, que dejaría de perseguir sueños y que iba a sentar cabeza en un destino que no me era del todo convincente pero que de algún modo representaba una gran opción para mí. Era lo que estaba planeado, lo que estaba previsto. 
Con alguno que otro escape a la mano, con alguna que otra propuesta de salvavidas, me lancé directo al abismo que supone la incertidumbre, y empecé a caer con los ojos cerrados teniendo la confianza de estar haciendo lo mejor para un suicidio emocional sin precedentes.
No iba a detenerme, pensaba. En una caída libre muy pocas cosas pueden suceder como para alterar el rumbo.

Pero allí estaba él. Como si lo hubiesen llamado para ser testigo de mi desastre, como si la única alternativa a mi nueva vida existiese entre sus brazos. Llegó como llegan los fracasos: con un golpe certero de vida, con un respirar inquieto, con un porte salvaje y altivo que jamás olvidaré. Llegó decidido a quedarse, a empujarme en su dirección...
Y yo, que iba sin un rumbo fijo camino al precipicio de los condenados, detuve el paso y volteé. Me gustó lo que leía. Y luego lo que veía. Y luego lo que escuchaba...